domingo, 26 de abril de 2009

La influenzia de la Influenza



Escribo porque estoy increíblemente aburrida. Resulta que cuando uno ve películas estilo Epidemia, 28 días, Yo soy leyenda y demás, queda convencido que en el caso de una epidemia hay mucha acción. Y supongo que es cierto para los médicos, científicos y políticos, pero para uno… no hay acción. En realidad no hay nada que hacer. Nada excepto sentarse y esperar. Y esperar. Y leer noticias y preocuparse por lo que se leyó en las noticias. Y esperar un poco más.

Hace un rato mi universidad, al igual que el resto confirmó que estará cerrada hasta el 6 de mayo. Y en teoría una semana de vacaciones suena bien. Pero no son vacaciones. No hay cines, teatros, conciertos, partidos de fútbol (aunque en realidad eso no me afecta en lo más mínimo), ni siquiera hay misas. Sólo hubo unas pocas y le pidieron a la gente que no se tocara. Entonces no hay a qué salir. Y si así lo hubiera (todavía hay restaurantes abiertos), debo aceptar que me da un poco de miedo salir. Para empezar no tengo carro entonces estaría obligada a usar el transporte público que estoy segura siempre ha sido un cúmulo de virus y por el otro, ya estuve enferma una vez y la idea de repetir la experiencia lejos de mi familia, sola como un hongo, es tan atractiva como repetir mi cirugía de muñeca.

Este es mi tercer día de encierro, sólo he ido a la tienda a comprar cosas básicas como agua, pan y leche. Y a comprar películas piratas, quiénes aparentemente se van a volver millonarios con el tema porque somos muchos los que en nuestro aburrimiento fuimos a comprar alguna película. Leí en el periódico que los blockbusters están vacíos también. Bueno. Al menos alguien se verá beneficiado con el tema. Fue muy extraño salir a la calle y ver gente con tapabocas por todas partes. Como si todos se hubieran vuelto cirujanos de repente. Yo por supuesto no tengo tapabocas, así que salí con una bufanda amarrada.

Y he llegado al cuarto párrafo de correo y se me ocurre que a lo mejor alguno de ustedes no sepa de qué estoy hablando. Entonces les resumo, en México estamos en alerta sanitaria por influenza porcina. Esta es una enfermedad respiratoria con los mismos síntomas de una simple gripa, la pequeñísima diferencia es que mientras la gripa lo hace sentir a uno como si se fuera a morir pero no lo mata, esta lo hace sentir a uno como si se fuera a morir y en algunos casos, si mata. Se transmite como la gripa y es muy muy muy contagiosa.

Hasta esta hora (11 pm del domingo), el gobierno reporta 103 muertos pero no se sabe cuántos son por influenza. Además, hay 1614 personas que han sido hospitalizadas alrededor del país. Por supuesto, tampoco se sabe de esas cuántas realmente tengan la enfermedad.

Y claro en medio de la tonelada de noticias que hay, en este país no sobran los escépticos, 70 años de dictadura del PRI han hecho que no se confíe mucho en el gobierno. Entonces están los que creen que la situación es infinitamente más grave y que son miles y miles de muertos los que mueren como moscas por la influenza, y los que creen que no pasa nada, que todo es histeria colectiva y se van a tomar cerveza a uno de los pocos bares abiertos.

Yo, que me considero una persona paranoica, creo estar en la mitad. Creo que la situación es muy miedosa y que hay que ser responsable. Que no se debe salir si no es necesario y que se deben evitar los sitios con mucha gente. Me parece raro no haber visto entrevistas con enfermos pero creo que puede ser un manejo preventivo por parte del gobierno. Y para evitar seguir aburriéndome me iré a pasar unos días a Cuernavaca a la casa de una amiga.

domingo, 1 de febrero de 2009

Puebla de los volcanes.

En realidad es Puebla de los ángeles, pero yo fui en busca de los volcanes. Este fin de semana decidí alejarme de todo y arrancar para Puebla. Uno de mis profesores dice que una gran forma de conocer las ciudades es a través de los libros y yo creo que es cierto. Hace muchos años en la universidad, para mí clase de escritoras mexicanas del siglo XX, leí Mal de Amores de Ángeles Mastretta. Aunque en el curso el libro fue muy criticado, a mí me encantó y lo he leído varias veces más desde aquella primera vez.

El libro cuenta la historia de Emilia Sauri quien vive en Puebla. Y cuando ella se aleja de la ciudad, extraña los volcanes. Así que decidí conocer esta ciudad de volcanes. Mientras iba en el bus pensé que tal vez estaba cometiendo un error ya que como ya lo he dicho antes, no soy fanática de las ciudades grandes a la hora de hacer turismo. Y Puebla no califica como pueblo con sus 2 millones de habitantes. Pero ya era tarde. Ya iba para allá.

Y menos mal no me arrepentí. Puebla es una ciudad increíblemente hermosa, llena de detalles, con una arquitectura fascinante. Es un lugar donde la huella española se siente plenamente, el centro está lleno de casas y edificios coloniales, adornados con azulejos bellísimos. A veces, mientras uno camina, se abre una puerta de una casa y uno alcanza a ver el interior lleno de azulejos. Pero no es necesario espiar, cada calle está llena de decoración. Es que hasta los postes de la luz son bonitos.

Como ya es bien sabido yo no soy católica, y la pintura religiosa no me gusta (tanta sangre me parece morbosa), pero la arquitectura me encanta. Y Puebla tiene más de 70 iglesias. Así que pasé mis días entrando y saliendo de iglesias. Algunas chiquitas y abandonadas y otras gigantes y hermosísimas. Entre las grandes obviamente esta la Catedral la cual tiene unas torres de 69 metros a las que ni averigüé si se puede subir. Mi favorita fue la de Santo Domingo, más pequeña que la catedral pero con un altar absolutamente increíble. Construida entre 1650 y 1690, barroca hasta la médula no tiene un espacio sin un detalle.

Como ya dije, entre iglesia e iglesia encontré casas y calles hermosas entre ellas la Casa de los Muñecos, hogar del Museo Universitario y cuya fachada está pintada con caricaturas de los fundadores de la ciudad (de ahí el cuento de los muñecos).

Peor mientras caminaba no lograba ver los volcanes que tanto quería ver y que al final del día eran uno de los grandes motivos para visitar la ciudad. Leyendo mi Lonely Planet descubrí que una posibilidad para verlos era ir al Cerro de Guadalupe y para allá me fui.

En este cerro estaban dos de los fuertes más importantes de la ciudad: Loreto y Guadalupe, y hoy hay un monumento celebrándolos. Resulta que Puebla fue invadida por los franceses en 1862. Para los que no sepan, un año antes el presidente Benito Juárez había declarado suspendidos los compromisos económicos con Francia, Inglaterra y España, razón por la cual estos países se unieron para cobrar lo que les debían. Francia por su parte decidió ir un poquito más lejos, invadiendo el país. Por eso llegaron hasta Puebla.

Para gran orgullo de los mexicanos, las tropas nacionales derrotaron a los franceses (que eran el gran ejército de la época) desde el Cerro que les cuento. Dice la historia que con tan solo 2000 hombres, el general mexicano Ignacio de Zaragoza derrotaron a los 6000 franceses que los atacaban. Para hacerle un poco de justicia a los franceses hay que anotar que la mayoría de ellos estaban enfermos de diarrea y les quedaba difícil combatir entre cada ida al baño. Al día de hoy esta batalla todavía se celebra cada 5 de mayo (es tan famosa que el año pasado el – por fin- ex presidente Bush, se confundió y felicitó a México este día por la independencia).

Lo que no se celebra con tanta emoción y confusión diplomática es que al año siguiente de la batalla las tropas francesas volvieron a tomar la ciudad hasta 1867. Esto se logró en gran parte porque Napoleón III había encontrado el apoyo de algunos mexicanos que estaban convencidos que la forma de mantener sus privilegios era tener un gobierno totalmente conservador, lo que significó que Francia envió a Maximiliano de Hasburgo para que fuera Emperador de México. Sobra decir que el emperador no duró mucho y en el 67 lo ejecutaron (aunque por esa época hubo muchos mitos urbanos que decían que se Maximiliano se había volado y que por tanto, andaba de paseo en distintos lugares) y sacaron finalmente a los franceses del territorio.

Pero bueno, ya es mucha historia para contar que había en el Cerro de Guadalupe. En realidad, este lugar tan importante a nivel histórico, no es más que una montaña, con un monumento medianamente bonito y tres museos a los que parece nadie entra desde la época de la batalla. Y fue desde ahí, desde el antiguo fuerte que vi el volcán. Aunque en teoría hay dos, el Popocatépetl y Iztaccíhuatl, conocidos como el Popo y el Izta, solo vi uno. Pero uno fue suficiente para hacerme sonreír. No sé si fue la altura, las ganas que le tenía, el libro o qué, pero era lo que necesitaba para olvidarme del DF, el tráfico, la contaminación y las mil cosas que hay por aquí.

Y con una sonrisa enorme recorrí el Cerro. En ese estado de felicidad, me encontré con un olor increíble que venía de uno de los tantos puestos de comida cercanos a los tres museos desocupados (de qué vivirán? Fui un sábado y no vi a nadie entrar a los museos). Y aunque no tenía mucha hambre decidí probar las Cemitas, uno de esos platos que explican porque México es segundo en obesidad en el mundo. Típicas de Puebla son como un sánduche en pan de hamburguesa que tienen (o por lo menos la que me comí yo): tomate, queso, rajas (de jalapeño), cebolla, carne frita y papas fritas. Aunque estaba rica era demasiado grande para mí, razón por la cual terminé regalándole la mitad a un perro callejero que no paró de mirarme durante todo el almuerzo.

Otro de los platos típicos de Puebla es el mole. Sin embargo, algo sucedió y no logré convencerme de comerlo, no sé si fue la experiencia de dos días de diarrea en Oaxaca producto de un mole o que simplemente no me dieron ganas, pero decidí dejarlo para mi próxima visita a la ciudad, en la cual aspiro ver el volcán faltante.

Para ver más fotos: http://www.facebook.com/album.php?aid=76305&l=528e6&id=547916930

martes, 16 de septiembre de 2008

Viva México Cabrones! (o la reseña sobre la celebración de Independencia)

Desde hace un mes esta ciudad esta tricolor: verde, blanco y rojo están por todas partes. Los carros han puesto banderas en las ventanas y en cada esquina hay un puesto de cosas inútiles y decorativas de los consabidos colores: cintas para el pelo, pintura para la cara, burritos, sombreros de todos los tamaños, llaveros y por supuesto banderas (sino los dueños de los carros, de dónde las sacarían?). Y todo se debe a la Independencia. Al Grito.

Un poquito de historia.
Hace 198 años (es decir en 1810), un grupo de criollos decidió rebelarse y buscar la independencia. El 16 de septiembre, el cura Miguel Hidalgo se reunió con sus compañeros y con el grito Viva México y el toque de la campaña de Dolores (el pueblito en el que estaban) se inició la revuelta popular que desencadenaría en la independencia.

Esto sobra decir es la versión resumidisisisima de una historia larga y tan compleja como la colombiana, con avances y retrocesos que la verdad no voy a reseñar aquí. El único detalle que incluyo es que Hidalgo, que nunca fue típico cura tranquilito de pueblo (además de organizar la rebelión, leía libros prohibidos por la iglesia católica, apostaba y tenía una amante), fue capturado y asesinado en 1811 en Chihuahua. De allí, su cabeza fue trasladada a Guanajuato donde con las cabezas de otros héroes fue puesta a modo de exposición en unas jaulas por 10 años (aparentemente en vez de ir a cine o a un museo, la gente iba a ver las calaveras descomponiéndose, todo muy bonito). Eventualmente cuando el movimiento independentista triunfó, trajeron al DF las cabezas y las enterraron en el Monumento a la Independencia.
Cerdos con bigote.

Antes de partirme la muñeca, mi idea era ir a Oaxaca este puente. Sin embargo, entre que la mano todavía duele y que el bolsillo ha sufrido bastante (ver entrada anterior) decidí quedarme y convencer a Rodrigo de ir conmigo a ver el Grito en el Zócalo (para aquellos que no sepan, la plaza más grande de la ciudad, como la Plaza de Bolívar en Bogotá).
El centro estaba lleno de gente. Nosotros llegamos a las 5 y media (ojo el grito es a las 11 pm) y ya las calles estaban llenas. Y como esto es México eso significa que había un puesto de comida cada dos pasos: tacos, pozole, tostadas, tlacoyos, etc, etc, etc. Lo que a uno se le ocurra. De las cosas que me divirtieron fueron unos panes enormes donde estaba escrito el tradicional “Viva México Cabrones” y unos menos festivos: “Para hacerle la barba a mi suegra” que de acuerdo a mi guía significa algo así como para hacerle el bonito a mi suegra. Además, había un par de cabezas de cerdo con sombrero y bigote, cosa que me pareció muy divertida pero poco atractiva a la hora de comer.
Y si yo creía que había visto toda la parafernalia de la Independencia, muy pronto resultó claro que me había equivocado. Las calles estaban inundadas de puestos con los objetos anteriores y otros nuevos: aretes, cinturones, pestañas postizas, antenitas (que yo feliz compré) y más y más sombreros de todos los estilos (mariachi, tejano, etc). Obviamente todos de los colores de la bandera. Además, vendían espuma y huevos llenos de confeti para echarle a las personas, razón por la cual muy pronto las calles estuvieron blancas y un tanto resbalosas.

Un tris de política.

Hacia las 9 de la noche y tras tomarnos un par de cafés, Rodrigo y yo decidimos que la lluvia no iba a intimidarnos más. Si tocaba mojarnos para ver el grito, pues nos mojaríamos. Y nos fuimos al Zócalo. Esta plaza que es enorme, esta desde hace un mes decorada como si fuera navidad. Luces de colores forman las caras de los héroes de la patria, el escudo nacional y claro la campana que tocó Hidalgo.

Pero así como en la época de Hidalgo el país estaba dividido entre criollos y peninsulares, hoy México sigue fragmentado. Al día de hoy los rollos de la elección del 2006, donde se dice hubo fraude, se mantienen. El perdedor de aquellas elecciones, Andrés Manuel López Obrador, lleva desde entonces protestando y ayer resolvió hacer su propio grito (tarea exclusiva del presidente) unas horas antes. El ex candidato además, ha tomado la reforma energética como su caballito de batalla en contra del presidente a quién no baja de vende patrias por su interés de privatizar la empresa de petróleos mexicana Pemex. Total que el Zócalo tenía dos tarimas. De un lado, la oposición con grandes pantallas y del otro la ventana desde donde el presidente daría el grito.
En un acto de inteligencia política, López Obrador decidió no enfrentarse en un mano a mano con el presidente Calderón, razón por la cual, dio su grito a las 9 de la noche, un rato antes de que llegáramos Rodrigo y yo. Nosotros sólo oímos un par de canciones de ese lado y punto.
Una fiesta con un extraño sabor colombiano.
Para que la gente no se aburriera, en el Zócalo había música. Así se presentó Celso Piña quién toca cumbias, las cuales son adaptaciones mexicanas de la cumbia colombiana. La canción con la que abrió era un vallenato y luego siguió con otra que se llama Macondo:

La verdad era un poco extraño estar en el Zócalo mexicano, rodeada de miles de mexicanos, vestidos con la bandera mexicana, oyendo un vallenato como "Los caminos de la vida".

Debo decir que me impresionó mucho el civismo de la gente. No hubo atropellos y no vi a nadie borracho. De acuerdo con Rodrigo esto es porque la gente se emborracha después del grito y no antes. Yo digo que es porque no hay guaro para pasar encaletado en botellas de agua. Cualquiera que sea la razón me pareció bastante extraño.
Luego de esta presentación finalmente empezó el festejo de verdad. En uno de los cuatro lados del Zócalo esta el Palacio Nacional, donde está el poder ejecutivo del país. En el edificio hay un balcón, en dónde el presidente se para y como hace 198 años hace sonar la campana. Y tras hacerla sonar da el Grito: “"Mexicanos!: ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria!; ¡Viva Hidalgo!; ¡Viva Morelos!; ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!; ¡Viva Allende!; ¡Viva Aldama y Matamoros!; ¡Viva nuestra Independencia Nacional!; ¡Viva México!; ¡Viva México!; ¡Viva México!" y vuelve y suena la campana. Y la orquesta nacional empieza a tocar el himno y luego canciones tradicionales mexicanas, algunas reconocí, otras sí ni idea. Pero la mayoría de la gente parecía conocerlas y las cantaban. Luego hubo un espectáculo de fuegos artificiales absolutamente hermoso.

Si quieren ver el Grito tal y como lo vi yo (desde un poco más lejos) aquí esta en youtube:


El final: un par de reflexiones.

Antes de meterme con las reflexiones de verdad debo decir que lo único que no me gustó y que me pareció que faltó fue un poco más de previsión por parte de las autoridades. Para empezar esa noche el metro ha debido correr gratis y segundo ha debido correr más allá de las 12 de la noche. No se puede fomentar que la gente deje el carro en la casa si no les dan opciones con el transporte público. Pero bueno, eso es mi opinión.

Lo que no pude dejar de preguntarme es “Y nosotros en Colombia?”. Llevo en enero desde aquí y ya sé que la independencia de México fue hace 198 años. La de Colombia ni idea. Y el 20 de julio nunca se hace nada y a nadie se le ocurre vestirse de amarillo, azul y rojo o ponerse pestañas postizas con esos colores. Aquí quienes no van al Zócalo o a las otras celebraciones en distintas partes de la ciudad y del país, se reúnen en familia y hacen una cena al mejor estilo de navidad. Nosotros nos quedamos en la casa, aburridos y sin plan porque todo está cerrado y no hay nada que hacer.
Yo nunca he sido amiga del nacionalismo. No lo entiendo del todo. Supongo que es algo parecido al fervor religioso: se siente o no se siente. Además, me da miedo porque puede volverse peligrosísimo (sino pregúntenle a los italianos). Pero estando aquí si da un poco de envidia. Hay héroes de la patria, de la independencia, de la revolución. Nosotros a duras penas tenemos a Bolívar (que no era colombiano) y a Santander (quien si nació en Colombia). Y además, hay símbolos por todas partes, las calles se llaman como los héroes y en cada rincón uno encuentra un águila (símbolo patrio).

Y más allá de los héroes y símbolos (que tampoco tenemos) está la cuestión de la identidad. Existe una identidad colombiana? Acaso hemos pasado tantos años matándonos entre nosotros que no hemos tenido tiempo y espacio para construirNos? A lo largo de la carrera vi muchos autores que hablaban del concepto de nación, pero debo aceptar que no empecé a preguntarme sobre el concepto verdaderamente hasta que llegué acá (o tal vez si lo hacía pero para responder preguntas de parciales y ya).

Alrededor de qué hemos construido nuestra identidad nacional? A qué nos aferramos para creer en nosotros mismos? A nuestros héroes los hemos matado nosotros mismos y en la mayoría de los casos ni siquiera hemos podido saber quién fue. Qué es lo que nos une? Fútbol? Guerrilla? Reinas? Coca? Café? Qué?
Y ahora tenemos al presidente Uribe. A quién hay que reconocerle que ha logrado establecer un imaginario colectivo sobre lo que somos como país. Pero con unos costos altísimos en términos de polarización e intolerancia. Y con el peligro profundo de que el día que él se vaya del poder (si ese día llega), se desaparece lo que se ha construido sobre aire.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Cuánto cuesta partirse la muñeca en México

Hace un mes largo me caí de un muro saliendo de mi casa. Y me partí la muñeca, para ser más exactos me partí el radio del brazo derecho. Y desde entonces mi vida ha cambiado. Para empezar mis finanzas son un desastre. El maravilloso seguro que tengo y por el cual pago cada semestre da reembolsos, pero no paga directamente. Así que yo pago, pago y pago con la esperanza de recibir algún buen día el reembolso. Reembolso que sólo me será entregado luego de llevar toda clase de papeles y formularios, los cuales claro no pude llenar porque tengo la muñeca derecha rota.


Una muñeca rota

Dicen que cuando llueve, llueve mierda. Y en estos días así me ha parecido que pasa. Volvía de Oaxaca con una amiga cuando nos enfermamos. Vómito, diarrea y demás enfermedades no sociables de las que seguro no quieren leer. Llegué a mi casa débil y con fiebre, por eso me caí. Por estar enferma. Y claro, una muñeca rota no cura la diarrea (afortunadamente tampoco la empeora), así que muy pronto descubrí lo difícil que es subirse y bajarse los calzones con una mano (y ni les cuento lo que es limpiarse con la izquierda).




Llame al seguro y me recomendaron ir a Médica Sur, clínica carísima, fresisima y totalmente ineficiente en mi caso. Por $6.000 pesos mexicanos (US$600) me sacaron 2 radiografias, un médico me preguntó mi opinión acerca de las FARC, Uribe y Lucia Morett y luego me puso un yeso hasta el hombro. Ah! También me dieron 2 aspirinas. A la salida de la clínica pagué 340 pesos por unos medicamentos. Luego 50 más del taxi a mi casa.

Dos días después la mano no había dejado de doler, mis dedos parecían morcillas y yo quería morirme.
Pablito clavó un clavito.

Ante mi llanto, Rodri le preguntó a su mamá si era normal que me siguiera doliendo. 10 minutos después venían por mí para llevarme a otro médico. 1 hora y media después me decían que tenían que operarme y ponerme clavos en la mano. El yeso estaba mal puesto y por la forma de la fractura, nunca habría funcionado.

Al día siguiente realizaron la cirugía. Salí de la clínica drogada y como Herman Monster. En la farmacia pagué $1.000 pesos por antibióticos y calmantes. Esa semana, la mamá de Rodri, que es un ángel, vino todos los días a ponerme una inyección, ahorrándome lo que eso hubiera costado.
Por la cirugía, anestesia (local muchas gracias, estuve despierta todo el tiempo), enfermeras, posicionamiento y posterior remoción (esta vez sin anestesia, muchas gracias) de los clavos, etc, etc, etc pagué $20.200 pesos. Más 200 de la primera sesión de terapia. Y mañana pagaré otros 700 por una consulta más sesión de fisioterapia. Y desde aquellos 1.000 pesos por medicamentos me he gastado otros 700.

Los otros gastos

Pero además de los 27 mil y pico pesos que he pagado en médicos, radiografías y drogas legales, hay otros gastos que nadie me va a reembolsar:

  • Ahora me cuesta más el mercado. Como no puedo cocinar lo que tradicionalmente hago, he terminado comprando lasañas ya preparadas, toneladas de enlatados y nuggets de pollo en cantidades industriales (son baratos, fáciles de calentar o preparar y no requiero mucha motricidad para dominarlos).
  • He tenido que comprar más shampoo porque mientras aprendía a echármelo sin usar las dos manos, me gasté más de la cuenta, razón por la cual mi pelo se vio espantoso varios días.
  • Voy a tener que pagarle extra a la empleada de la casa por venir más de una vez a la semana a lavar los platos, ayudarme a cortar naranjas, abrir botellas (aunque ya soy experta haciéndolo con la boca), bajarme cosas, etc.
  • 45 pesos (que pronto serán 90) por cortarme las uñas de una mano. Además ahora pasa que mis uñas derechas crecen más lentamente que las de la izquierda, aparentemente mi cuerpo no es bueno para el multitasking y le cuesta curar el hueso y hacer uñas al mismo tiempo.

Pero…

La razón por la que decidí escribir esto no la tengo muy clara. Por un lado quería mostrar como el sistema de salud de acá, al igual que el de Colombia aísla y margina a los enfermos. Más allá de si me fue bien o mal en Médica Sur, la realidad es que incluso teniendo seguro médico, he tenido que pagar cantidades absurdas de dinero.


Pero además, quería narrar como algo tan simple como la fractura del radio del brazo derecho, llega a afectar la vida en todos los niveles. Desde cómo y qué se come hasta qué ropa me pongo (no pude usar unos jeans las primeras 2 semanas porque no podía abotonarlos). Y como, mi tan anhelada y valorada independencia, se desapareció. He aprendido a ser paciente, a no amargarme porque tengo que pedirle a los otros que hagan cosas por mí, a asumir que mi mundo no se va a acabar porque no me puedo arrancar un pellejo ni lavar mis propios calzones.


Afortunadamente en todo este proceso encontré a la maravillosa familia Pérez Hurtado, a quienes les debo todo. Me han llevado a la clínica, se han levantado los domingos temprano, han cambiado sus rutinas para estar conmigo, me han consolado y me rescataron cuando no sabía qué hacer. Jamás pensé encontraría personas así.


Y claro, también han estado los de siempre. Mi papá que me ha dado todo, mi familia, mis amigos. Los que están lejos llamando y escribiendo. Y los que están cerca que me han cuidado, han venido hasta mi casa a acompañarme. Es un lugar común decir que en los malos momentos uno se da cuenta de quién realmente está con uno. Pero es cierto. Y ha sido increíble, darme cuenta de que los que están, están de verdad.


Y mi mamá. La única persona para quien puedo decir, esto ha sido más difícil y doloroso que para mí. Que se ha gastado lo que no tiene llamándome al celular, que me ha dejado desahogarme, putear al mundo y que al final, me ha recordado que esto es solo un momento y que también pasará.

martes, 27 de mayo de 2008

Mi primera ida a fútbol.

*** Antes de iniciar esta entrada quiero aclarar que seguramente para aquellos fanáticos del fútbol este texto será un poco ingenuo y obvio… pero fue la primera vez que fui a fútbol y como en toda primera vez, hubo inocencia e ingenuidad.

Yo nunca he sido futbolística. No sé nada de ese deporte. Puedo nombrar máximo 5 futbolistas colombianos, 5 de los cuales fueron glorias de los 90. Aparte de Beckham no conozco futbolistas internacionales… y llevo toda la tarde tratando de acordarme del famoso que pegó un cabezaso a otro en el mundial pasado. Mi papá no es el ser más intenso con el tema y hasta hace unos años no éramos muy cercanos, no tengo hermanos y no he tenido novios aficionados al tema. Lo único que tengo es dos mejores amigos profundamente intensos con el fútbol. Sin embargo, ellos siempre me han querido sabiendo que para mí el tema se reduce a 11 tarados (perdón 22), peleándose por un balón. Y luego de unos pocos intentos, asumieron que si me querían, me querían siendo ignorante en el tema. Se resignaron a dejar ese tema a un lado.

Pero ahora está de visita aquí en México uno de ellos. Y yo estoy feliz de que este aquí. Tan feliz, que hasta fui a fútbol con él. Eso sí, Pollo (mi mejor amigo) compró los boletos. Tampoco voy a pagar por eso. Debo aceptar, que en mi estancia en México, me he abierto un poco al tema, he hecho amigos que me han acercado al fútbol… pero esto ya fue el máximo acercamiento.
Fuimos a ver el partido del América vs. Liga Universitaria de Quito de la copa Libertadores. Dado que era un encuentro muy importante los boletos estaban agotados. Ayer entonces fuimos al estadio y buscamos al revendedor con menos pinta de fraudulento que encontramos y por 3 veces más de lo que costaba, compramos las entradas.
La verdad es que mi ignorancia en el tema era tanta que ni siquiera viviendo a 3 cuadras del estadio yo había investigado que se vende en los puestos cercanos. Y la verdad me divertí mucho. El estadio azteca es del América, un equipo de amarillo intenso e hinchas furibundos. Por tanto todo lo que venden es amarillo y furibundo. Hace poco este equipo le ganó a uno de Brazil, razón por la cual hay camisetas con letreros estilo: Muere Brazil. Otro de los enemigos del América son los pumas y entonces hay letreros como: Me pareció ver a un puto gatito. El animal del América es el águila, razón por la cuál a la entrada del estadio uno puede tomarse fotos con estos animales. A mí me encantó la idea.
Y uno camina por este mar amarillo que parece desierto. Pareciera que todas las personas tienen algo amarillo puesto. Entonces para mimetizarnos un poco y con la idea de evitar ser asesinados por los hinchas, Pollo me compró unas antenitas del América. Debo aceptar que a mí me encanta usar antenitas y si fuera bien visto socialmente, siempre tendrías unas puestas.
Luego de todo esto entramos al estadio. Aunque El Azteca no es el más grande del mundo, si es inmenso. Nosotros llegamos temprano y pudimos ver como se llenaba lentamente. Cuando íbamos a entrar a nuestra tribuna, una policía nos miró de arriba abajo, nos preguntó si realmente éramos del América y al oír nuestra respuesta de somos colombianos y queremos ver fútbol, nos dijo escandalizada “no no no, ustedes se van por este otro lado”. Hicimos la cola que nos indicó y cuando el policía trató de decirnos que no era por ahí, la señora le dijo: son extranjeros y no son americanistas. Y el policía con cara de susto nos metió a esta otra tribuna. Terminamos por algún motivo en la parte donde estaban los hinchas de Ecuador. Según le dijeron a Pollo era lo más seguro para nosotros. Estuvimos rodeados permanentemente por policías con cascos y escudos antimotines. Los cuales claramente no me hicieron sentir más segura.
Y es que es extraño estar del lado que todo un estadio mira feo. Y por mira feo entiéndase que cuando la Liga metió gol nos tiraron botellas de plástico, cajas de pizza vacías, agua y otros objetos no identificados. Pero lo más extraño fue que cuando el América metió su gol, nos lanzaron aún más cosas y con más furia. Pollo en ese momento se asustó porque nos empezaron a tirar monedas y afortunadamente fue lo suficientemente inteligente para no comentar esto hasta que estuvimos fuera del estadio.
La verdad creo que el fútbol para muchos de los que me rodeaban es una forma de terapia colectiva. Gritan, insultan, se ríen, se asustan y se abrazan. No sé si es más barato que un psicólogo pero creo que puede ser tan efectivo. Yo acepto que me divertí. Bailé, canté, grité. No sufrí ni me desesperé. Pero el gol metido por la Liga me hizo emocionar y el del América no me produjo nada.
Pero el susto si fue grande. Además de los objetos lanzados hacia donde yo estaba, pude ver como un engendro humano (porque eso no califica como simple humano), se quitaba la camiseta, subía las escaleras corriendo hacia nosotros y al encontrar una reja se trepaba en ella y empezaba a escupir. Y a gritar. Y a maldecir. Y de nuevo a escupir. Creo que la idea de vender cerveza dentro del estadio no es tan sabia. Aunque estoy segura que este personaje haría lo mismo con o sin cerveza.
Tras el gol de la Liga, el ambiente se tensionó a un nivel espantoso. Como ya dije estábamos rodeados por policías pero teníamos a un estadio de 100.000 personas en contra nuestra. Para prevenir cosas en las que no voy a pensar, nos sacaron 10 minutos antes de que se acabara el partido. 10 minutos que yo creo son los que uno quiere ver porque ahí es donde se acaba el juego. Pero yo no me iba a arriesgar. Y las personas que estaban con nosotros a pesar de que habían sufrido y disfrutado cada minuto del partido, no tuvieron problema en salirse antes. Finalmente todos tenemos instinto de preservación (y algunos chichones en la cabeza por las botellas que nos aventaron). Salimos en un cuadrado rodeado de policías, primero despacito y cuando ya nos acercábamos a la salida, corriendo. Fue muy extraño y miedoso correr entre tantos hinchas. Con los gritos de Puto y Culero en nuestras espaldas.

La verdad debo decir que el fútbol sigue sin gustarme. Pero me divertí como nunca. El espectáculo es absolutamente increíble. Los gritos, la comida chatarra, el mugre, las canciones, los insultos, los insultos cantados. La emoción de la gente. Y aunque no voy a negar que me asusté mucho y siempre tuve miedo que los americanistas derrumbaran a los antimotines y me cayeran encima, si volvería a ver otro partido. Siempre y cuando, sea igual de lleno, igual de apasionado y de emotivo.

lunes, 19 de mayo de 2008

El derecho a decidir: Reflexiones sobre el aborto.


Hace una semana fui a ver 4 meses, 3 semanas, 2 días. A causa de los finales no había podido escribir al respecto. La película causó una profunda impresión en mí. Es increíblemente dura y uno termina con la sensación de que no vale la pena ser parte de esto que llamamos Humanidad.

Sé que el tema del aborto es controversial y complejo. En Colombia hace dos años lo despenalizaron para casos muy específicos: violación, malformación del feto incompatibles con la existencia y riesgo para la vida y la salud de la madre. Sin embargo, se calcula que sólo se han realizado de forma legal 40. De forma clandestina se han practicado unos 300 mil. Por qué las mujeres prefieren ir a hacerlo a escondidas? Por qué el Estado no ha hecho cumplir la ley. Y por qué claramente hay muchas mujeres sanas, no violadas, con fetos sanos que no quieren ser mamás. Y a esas, la ley las ignora.


Las Entidades Prestadoras de Salud (EPS) se niegan a obligar a los médicos a practicar los abortos. Los hospitales religiosos se niegan a hacerlo. Las tutelas fallan a favor de las mujeres cuando éstas ya son madres. La puesta en práctica de la ley, ha sido un rotundo fracaso.

Fueron necesarios dos años de incumplimiento de la ley para que la Corte Constitucional le ordenará a un juez administrativo que establezca de cuánto serán la indemnización que una niña de 13 años deberá recibir porque su EPS, Coomeva, no la atendió. Tampoco la quisieron atender los médicos del Hospital Universitario Erasmo Meoz, de Cúcuta. Alegaron objeción de conciencia para no realizar el aborto. Aparentemente en Colombia, los hospitales y las compañías pueden tener conciencia. Y aparentemente, esa conciencia les dice que está bien que una niña de 13 años sea madre. Una niña de trece años víctima de abuso sexual. Una niña de trece años a quien contagiaron con una enfermedad de transmisión sexual mientras la embarazaban y violaban. Con el fallo de la Corte, se establece que la objeción de conciencia es un derecho que sólo tienen las personas naturales (no las empresas). Pero cuántas tuvieron que llevar a término su embarazo porque su entidad prestadora de salud (ojo al nombre) no las quiso atender? Y ahora esta niña, de trece años, violada y con una enfermedad venérea es madre.

Aquí en Ciudad de México, la cosa es distinta. El aborto está despenalizado durante las primeras 12 semanas de gestación. Los diputados que votaron a favor de la ley, se ganaron la excomunión de la Iglesia católica y el rechazo de cientos de personas. Hasta el presidente Calderón se pronunció en contra. Aún así, la ley fue aprobada y se pasó de permitir el aborto sólo en casos de violación, malformación del feto, riesgos para la vida de la mujer o inseminación artificial sin consentimiento de la mujer, a legalizar su práctica, por cualquier razón que la mujer tenga, incluso siendo de índole económica o social. Durante el primer año de vigencia de la ley, se practicaron unos 7.800 abortos en la ciudad.

Mi posición respecto al aborto es clara. Creo que como ser humano tengo todo el derecho a decidir qué pasa en mí cuerpo. No es feminismo. Es independencia. Me parece absolutamente respetable que la Iglesia católica se pronuncie en contra; finalmente tienen todo el derecho de hacerlo. Lo que no creo, es que tengan el derecho de decidir qué pasa en las vidas de mujeres que no son católicas como yo. O que incluso siendo católicas toman la decisión de abortar. Y hay que ser honestos, en países con una tradición religiosa tan fuerte, como pueden ser Colombia o México, lo que digan los curas sigue siendo una fuerza política. El estado, tanto en México como en Colombia, es laico. Hace años que decidimos que por un lado iba la vida espiritual y por el otro la política. Entonces la responsabilidad de los estados es con sus ciudadanos, independientemente de las preferencias religiosas que estos tengan.

Una niña de trece años contagiada durante una violación y embarazada tiene derecho a decidir que quiere abortar. Pero también una mujer de 25 que tuvo sexo casual. O la de 30 a la que le falló su método anticonceptivo. Son sus vidas. Y no pueden seguir estando obligadas a abortar en sitios clandestinos, arriesgando sus vidas. 4 meses, 3 semanas, 2 días muestra eso. La mujer que quiere abortar no revela las razones para hacerlo. Se pueden aducir razones políticas, económicas o sociales. Pero son inferencias que uno hace como espectador. Eso no importa. Lo que importa es que ella quiere abortar y como el estado no se lo permite, termina haciéndolo en un cuarto de hotel, en las peores circunstancias posibles. Abandonada. Sola. Sin esperanza.

Sé que hay millones de personas en el mundo en contra del aborto. Tuve un novio católico hasta la médula, que consideraba que no había escenario posible para que una mujer abortara. Alguna vez discutimos el caso de una niña a la que el padrastro había violado y embarazado. La niña tenía 9 años y lo más probable es que muriera durante el embarazo o dando a luz. Su cuerpo no lo resistiría. Y ni hablemos de la parte psicológica. Aquel novio insistía en que era pecado abortar. Que ella no tenía derecho a hacerlo. Y como él hay miles. Y creo que tienen derecho a pensar lo que quieran. Finalmente de eso se trata la libertad y la libertad de expresión. De que haya personas que piensen lo que a mí me parece increíblemente intolerante y absurdo y puedan decirlo sin miedo. En lo que no creo es que esas personas, tengan el derecho a imponer su posición.

La despenalización del aborto en ningún caso obliga a las personas a hacerse un aborto. Simplemente les da una opción. Les dice, si usted quiere, ya no tiene que meterse una botella para forzar la salida del feto, ya no tiene que ir a una clínica clandestina arriesgándose a que la violen, ya no tiene que poner en riesgo su vida. Hágalo de forma segura. Por eso el fracaso de la implementación de la ley en Colombia es tan grave. Porque le quita el derecho, ya ganado legalmente, a miles de mujeres de decidir. Y eso, la posibilidad de decidir sobre la vida de cada uno, es la base de cualquier democracia.



viernes, 9 de mayo de 2008

Sobre la comida y los machos




la verdad es que hace tiempo que quiero relatar algunas cosas y quiero hacerlo antes de que se me olviden. básicamente son esas cosas que me sorprenden de México. Además, esta entrada es una buena respuesta a la anterior hecha sobre la comida colombiana.

Para empezar esta el hecho de que aquí hay helados de todo. y cuando digo de todo, olvidense el chocolate, la menta y vainilla. hay de las cosas que a mí jamás se me hubieran ocurrido tales como apio), pepino, alfalfa, zanahoria, elote (maiz), nopal (cactus), pétalos de rosas... la verdad, para mí los helados son de frutas y son dulces... pero aquí uno se encuentra con helados de verduras... saben exáctamente a lo que proponen. yo me comí el de pepino y sabía a nieve de pepino, solo que muy dulce. debo aceptar que me pareció horroroso.
Como muchos de ustedes saben yo soy bastante relajada a la hora de viajar. no me importa que el hotel sea un asco, no bañarme por días ni dormir en el piso. pero con la comida jodo. en algo tenía que hacerlo, no? he aprendido a que esto no sea un impedimento para socializar pero acepto que hay muchas cossas que no me gustan. y México tiene una porción bastante grande de esas cosas. es que aquí se comen todo de todos los animales. más allá de los grillos y demás insectos que se tragan, se comen toda la vaca, todo el pollo y todo el cerdo. y por todo, por favor entiendan TODO: así uno puede encontrar tacos de cesos, orejas, nariz, lengua, cachete, paladar (paladar??? de verdad como se comen eso), ojo, pata, etc, etc, etc. yo que tengo la teoría que uno no se come los pensamientos de nadie y que quedé traumatizada por años de ser obligada a comer lengua con uvas pasas en el colegio, he terminado en un país donde en cada esquina promocionan tacos de cabeza. luego de India yo dejé de comer mucha carne pero aquí es simplemente imposible. no entiendo cómo hacen los vegetarianos.... este es un país carnívoro en exceso. pero bueno... al menos no se les puede decir que desperdician alguna parte del animal. para rematar las rarezas, les encanta acompañar los platos de nopales, que son los cactus. la primera vez que me dijeron que me comiera uno pensé que estaban locos pero debo decir que aunque son un poco babosos, en realidad saben muy rico. eso sí, los mexicanos del norte insisten en que los nopales no son de comer, que eso es sólo para los indígenas muertos de hambre del sur... a mi me parecen ricos y los prefiero a las orejas del cerdo en un taco.

Lo otro que me ha impresionado es el chile. si ya sé, me van a decir que todos saben que a los mexicanos les gusta el picante. pero una cosa es que les guste el picante y otra el nivel que tienen. aquí no conciben la comida sino es picosa como ellos mismos dicen. esto se traduce en que hasta a las frutas les echan chile. cada tanto compro ensalada de frutas en el 7/11 y dentro del vaso, viene un sobre de chile para adicionar. en los puestos de frutas de la calle, bañan la papaya, el melón o la piña con toneladas de chile en polvo y sal. es cierto que hasta los dulces son picantes. a mi ya me parecen delis las colombinas de sandía con chile. en todos los restaurantes y puestos de comida la salsa más importantes es la picante. y se la echan en cantidades industriales a todo, las papas, los tacos, las ensaladas, todo. nada queda libre. incluso hay helados que bañan en polvo de chile. las cervezas micheladas son con sal y chile generalmente. llevé a mi amigo Rodrigo a comer comida colombiana y debo decir que fue un total fracaso. pretendía echarle limón al ajiaco, dijo que la bandeja paisa no sabia a nada y cuando probó el ají (que estaba bastante picante), me preguntó que si estaba mal hecho porque no sabía a nada. la verdad, creo que al final del día, la mayoría de los mexicanos no tiene papilas gustativas, las han anesteciado y asesinado tras años de chile.

Varias personas me han preguntado si los hombres son tan machistas como dicen. y es una pregunta difícil de responder. la verdad es que sí lo son pero no sé describir exactamente porqué. Tengo una amiga que esta casada con un norteño y me cuenta que para ella ha sido muy difícil entrar al mundo de su marido porque cuando van a su ciudad, los hombres se hacen de un lado y las mujeres del otro. no interactuan. y las mujeres, esposas de los amigos de su marido, no la quieren porque la consideran un bicho raro ya que estudio 2 carreras y esta haciendo una maestria. y no tiene hijos. tengo otro amigo que lleva 5 años viviendo solo. él limpia su casa, cocina, lava su ropa, hace mercado, etc. pero dice que el día en que él se case no vuelve a recoger un plato porque para eso se casa. y que en una familia, su rol no es ese. finalmente tengo un amigo a quien quiero mucho pero que cuando salimos con otros hombres, deja de hablarme. es como en India. si estamos los dos solos, es fantástico, me cuenta de su trabajo, de sus cosas, etc. pero en el momento en que otro hombre aparece, yo me vuelvo invisible. él sostiene la conversación con el otro hombre y no me vuelve a dirigir ni una mirada. los hombres aquí son muy dulces y peuden llegar a ser profundamente caballerosos, le abren a uno la puerta, le corren la silla... pero cada vez que esto pasa yo no puedo dejar de preguntarme cuál es el costo de esa situación, qué estoy perdiendo con la apertura de la puerta, qué están dejando de consultarme o cuánto están dejando de pensar en mí como ser humano inteligente y activo.

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