martes, 16 de septiembre de 2008

Viva México Cabrones! (o la reseña sobre la celebración de Independencia)

Desde hace un mes esta ciudad esta tricolor: verde, blanco y rojo están por todas partes. Los carros han puesto banderas en las ventanas y en cada esquina hay un puesto de cosas inútiles y decorativas de los consabidos colores: cintas para el pelo, pintura para la cara, burritos, sombreros de todos los tamaños, llaveros y por supuesto banderas (sino los dueños de los carros, de dónde las sacarían?). Y todo se debe a la Independencia. Al Grito.

Un poquito de historia.
Hace 198 años (es decir en 1810), un grupo de criollos decidió rebelarse y buscar la independencia. El 16 de septiembre, el cura Miguel Hidalgo se reunió con sus compañeros y con el grito Viva México y el toque de la campaña de Dolores (el pueblito en el que estaban) se inició la revuelta popular que desencadenaría en la independencia.

Esto sobra decir es la versión resumidisisisima de una historia larga y tan compleja como la colombiana, con avances y retrocesos que la verdad no voy a reseñar aquí. El único detalle que incluyo es que Hidalgo, que nunca fue típico cura tranquilito de pueblo (además de organizar la rebelión, leía libros prohibidos por la iglesia católica, apostaba y tenía una amante), fue capturado y asesinado en 1811 en Chihuahua. De allí, su cabeza fue trasladada a Guanajuato donde con las cabezas de otros héroes fue puesta a modo de exposición en unas jaulas por 10 años (aparentemente en vez de ir a cine o a un museo, la gente iba a ver las calaveras descomponiéndose, todo muy bonito). Eventualmente cuando el movimiento independentista triunfó, trajeron al DF las cabezas y las enterraron en el Monumento a la Independencia.
Cerdos con bigote.

Antes de partirme la muñeca, mi idea era ir a Oaxaca este puente. Sin embargo, entre que la mano todavía duele y que el bolsillo ha sufrido bastante (ver entrada anterior) decidí quedarme y convencer a Rodrigo de ir conmigo a ver el Grito en el Zócalo (para aquellos que no sepan, la plaza más grande de la ciudad, como la Plaza de Bolívar en Bogotá).
El centro estaba lleno de gente. Nosotros llegamos a las 5 y media (ojo el grito es a las 11 pm) y ya las calles estaban llenas. Y como esto es México eso significa que había un puesto de comida cada dos pasos: tacos, pozole, tostadas, tlacoyos, etc, etc, etc. Lo que a uno se le ocurra. De las cosas que me divirtieron fueron unos panes enormes donde estaba escrito el tradicional “Viva México Cabrones” y unos menos festivos: “Para hacerle la barba a mi suegra” que de acuerdo a mi guía significa algo así como para hacerle el bonito a mi suegra. Además, había un par de cabezas de cerdo con sombrero y bigote, cosa que me pareció muy divertida pero poco atractiva a la hora de comer.
Y si yo creía que había visto toda la parafernalia de la Independencia, muy pronto resultó claro que me había equivocado. Las calles estaban inundadas de puestos con los objetos anteriores y otros nuevos: aretes, cinturones, pestañas postizas, antenitas (que yo feliz compré) y más y más sombreros de todos los estilos (mariachi, tejano, etc). Obviamente todos de los colores de la bandera. Además, vendían espuma y huevos llenos de confeti para echarle a las personas, razón por la cual muy pronto las calles estuvieron blancas y un tanto resbalosas.

Un tris de política.

Hacia las 9 de la noche y tras tomarnos un par de cafés, Rodrigo y yo decidimos que la lluvia no iba a intimidarnos más. Si tocaba mojarnos para ver el grito, pues nos mojaríamos. Y nos fuimos al Zócalo. Esta plaza que es enorme, esta desde hace un mes decorada como si fuera navidad. Luces de colores forman las caras de los héroes de la patria, el escudo nacional y claro la campana que tocó Hidalgo.

Pero así como en la época de Hidalgo el país estaba dividido entre criollos y peninsulares, hoy México sigue fragmentado. Al día de hoy los rollos de la elección del 2006, donde se dice hubo fraude, se mantienen. El perdedor de aquellas elecciones, Andrés Manuel López Obrador, lleva desde entonces protestando y ayer resolvió hacer su propio grito (tarea exclusiva del presidente) unas horas antes. El ex candidato además, ha tomado la reforma energética como su caballito de batalla en contra del presidente a quién no baja de vende patrias por su interés de privatizar la empresa de petróleos mexicana Pemex. Total que el Zócalo tenía dos tarimas. De un lado, la oposición con grandes pantallas y del otro la ventana desde donde el presidente daría el grito.
En un acto de inteligencia política, López Obrador decidió no enfrentarse en un mano a mano con el presidente Calderón, razón por la cual, dio su grito a las 9 de la noche, un rato antes de que llegáramos Rodrigo y yo. Nosotros sólo oímos un par de canciones de ese lado y punto.
Una fiesta con un extraño sabor colombiano.
Para que la gente no se aburriera, en el Zócalo había música. Así se presentó Celso Piña quién toca cumbias, las cuales son adaptaciones mexicanas de la cumbia colombiana. La canción con la que abrió era un vallenato y luego siguió con otra que se llama Macondo:

La verdad era un poco extraño estar en el Zócalo mexicano, rodeada de miles de mexicanos, vestidos con la bandera mexicana, oyendo un vallenato como "Los caminos de la vida".

Debo decir que me impresionó mucho el civismo de la gente. No hubo atropellos y no vi a nadie borracho. De acuerdo con Rodrigo esto es porque la gente se emborracha después del grito y no antes. Yo digo que es porque no hay guaro para pasar encaletado en botellas de agua. Cualquiera que sea la razón me pareció bastante extraño.
Luego de esta presentación finalmente empezó el festejo de verdad. En uno de los cuatro lados del Zócalo esta el Palacio Nacional, donde está el poder ejecutivo del país. En el edificio hay un balcón, en dónde el presidente se para y como hace 198 años hace sonar la campana. Y tras hacerla sonar da el Grito: “"Mexicanos!: ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria!; ¡Viva Hidalgo!; ¡Viva Morelos!; ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!; ¡Viva Allende!; ¡Viva Aldama y Matamoros!; ¡Viva nuestra Independencia Nacional!; ¡Viva México!; ¡Viva México!; ¡Viva México!" y vuelve y suena la campana. Y la orquesta nacional empieza a tocar el himno y luego canciones tradicionales mexicanas, algunas reconocí, otras sí ni idea. Pero la mayoría de la gente parecía conocerlas y las cantaban. Luego hubo un espectáculo de fuegos artificiales absolutamente hermoso.

Si quieren ver el Grito tal y como lo vi yo (desde un poco más lejos) aquí esta en youtube:


El final: un par de reflexiones.

Antes de meterme con las reflexiones de verdad debo decir que lo único que no me gustó y que me pareció que faltó fue un poco más de previsión por parte de las autoridades. Para empezar esa noche el metro ha debido correr gratis y segundo ha debido correr más allá de las 12 de la noche. No se puede fomentar que la gente deje el carro en la casa si no les dan opciones con el transporte público. Pero bueno, eso es mi opinión.

Lo que no pude dejar de preguntarme es “Y nosotros en Colombia?”. Llevo en enero desde aquí y ya sé que la independencia de México fue hace 198 años. La de Colombia ni idea. Y el 20 de julio nunca se hace nada y a nadie se le ocurre vestirse de amarillo, azul y rojo o ponerse pestañas postizas con esos colores. Aquí quienes no van al Zócalo o a las otras celebraciones en distintas partes de la ciudad y del país, se reúnen en familia y hacen una cena al mejor estilo de navidad. Nosotros nos quedamos en la casa, aburridos y sin plan porque todo está cerrado y no hay nada que hacer.
Yo nunca he sido amiga del nacionalismo. No lo entiendo del todo. Supongo que es algo parecido al fervor religioso: se siente o no se siente. Además, me da miedo porque puede volverse peligrosísimo (sino pregúntenle a los italianos). Pero estando aquí si da un poco de envidia. Hay héroes de la patria, de la independencia, de la revolución. Nosotros a duras penas tenemos a Bolívar (que no era colombiano) y a Santander (quien si nació en Colombia). Y además, hay símbolos por todas partes, las calles se llaman como los héroes y en cada rincón uno encuentra un águila (símbolo patrio).

Y más allá de los héroes y símbolos (que tampoco tenemos) está la cuestión de la identidad. Existe una identidad colombiana? Acaso hemos pasado tantos años matándonos entre nosotros que no hemos tenido tiempo y espacio para construirNos? A lo largo de la carrera vi muchos autores que hablaban del concepto de nación, pero debo aceptar que no empecé a preguntarme sobre el concepto verdaderamente hasta que llegué acá (o tal vez si lo hacía pero para responder preguntas de parciales y ya).

Alrededor de qué hemos construido nuestra identidad nacional? A qué nos aferramos para creer en nosotros mismos? A nuestros héroes los hemos matado nosotros mismos y en la mayoría de los casos ni siquiera hemos podido saber quién fue. Qué es lo que nos une? Fútbol? Guerrilla? Reinas? Coca? Café? Qué?
Y ahora tenemos al presidente Uribe. A quién hay que reconocerle que ha logrado establecer un imaginario colectivo sobre lo que somos como país. Pero con unos costos altísimos en términos de polarización e intolerancia. Y con el peligro profundo de que el día que él se vaya del poder (si ese día llega), se desaparece lo que se ha construido sobre aire.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Cuánto cuesta partirse la muñeca en México

Hace un mes largo me caí de un muro saliendo de mi casa. Y me partí la muñeca, para ser más exactos me partí el radio del brazo derecho. Y desde entonces mi vida ha cambiado. Para empezar mis finanzas son un desastre. El maravilloso seguro que tengo y por el cual pago cada semestre da reembolsos, pero no paga directamente. Así que yo pago, pago y pago con la esperanza de recibir algún buen día el reembolso. Reembolso que sólo me será entregado luego de llevar toda clase de papeles y formularios, los cuales claro no pude llenar porque tengo la muñeca derecha rota.


Una muñeca rota

Dicen que cuando llueve, llueve mierda. Y en estos días así me ha parecido que pasa. Volvía de Oaxaca con una amiga cuando nos enfermamos. Vómito, diarrea y demás enfermedades no sociables de las que seguro no quieren leer. Llegué a mi casa débil y con fiebre, por eso me caí. Por estar enferma. Y claro, una muñeca rota no cura la diarrea (afortunadamente tampoco la empeora), así que muy pronto descubrí lo difícil que es subirse y bajarse los calzones con una mano (y ni les cuento lo que es limpiarse con la izquierda).




Llame al seguro y me recomendaron ir a Médica Sur, clínica carísima, fresisima y totalmente ineficiente en mi caso. Por $6.000 pesos mexicanos (US$600) me sacaron 2 radiografias, un médico me preguntó mi opinión acerca de las FARC, Uribe y Lucia Morett y luego me puso un yeso hasta el hombro. Ah! También me dieron 2 aspirinas. A la salida de la clínica pagué 340 pesos por unos medicamentos. Luego 50 más del taxi a mi casa.

Dos días después la mano no había dejado de doler, mis dedos parecían morcillas y yo quería morirme.
Pablito clavó un clavito.

Ante mi llanto, Rodri le preguntó a su mamá si era normal que me siguiera doliendo. 10 minutos después venían por mí para llevarme a otro médico. 1 hora y media después me decían que tenían que operarme y ponerme clavos en la mano. El yeso estaba mal puesto y por la forma de la fractura, nunca habría funcionado.

Al día siguiente realizaron la cirugía. Salí de la clínica drogada y como Herman Monster. En la farmacia pagué $1.000 pesos por antibióticos y calmantes. Esa semana, la mamá de Rodri, que es un ángel, vino todos los días a ponerme una inyección, ahorrándome lo que eso hubiera costado.
Por la cirugía, anestesia (local muchas gracias, estuve despierta todo el tiempo), enfermeras, posicionamiento y posterior remoción (esta vez sin anestesia, muchas gracias) de los clavos, etc, etc, etc pagué $20.200 pesos. Más 200 de la primera sesión de terapia. Y mañana pagaré otros 700 por una consulta más sesión de fisioterapia. Y desde aquellos 1.000 pesos por medicamentos me he gastado otros 700.

Los otros gastos

Pero además de los 27 mil y pico pesos que he pagado en médicos, radiografías y drogas legales, hay otros gastos que nadie me va a reembolsar:

  • Ahora me cuesta más el mercado. Como no puedo cocinar lo que tradicionalmente hago, he terminado comprando lasañas ya preparadas, toneladas de enlatados y nuggets de pollo en cantidades industriales (son baratos, fáciles de calentar o preparar y no requiero mucha motricidad para dominarlos).
  • He tenido que comprar más shampoo porque mientras aprendía a echármelo sin usar las dos manos, me gasté más de la cuenta, razón por la cual mi pelo se vio espantoso varios días.
  • Voy a tener que pagarle extra a la empleada de la casa por venir más de una vez a la semana a lavar los platos, ayudarme a cortar naranjas, abrir botellas (aunque ya soy experta haciéndolo con la boca), bajarme cosas, etc.
  • 45 pesos (que pronto serán 90) por cortarme las uñas de una mano. Además ahora pasa que mis uñas derechas crecen más lentamente que las de la izquierda, aparentemente mi cuerpo no es bueno para el multitasking y le cuesta curar el hueso y hacer uñas al mismo tiempo.

Pero…

La razón por la que decidí escribir esto no la tengo muy clara. Por un lado quería mostrar como el sistema de salud de acá, al igual que el de Colombia aísla y margina a los enfermos. Más allá de si me fue bien o mal en Médica Sur, la realidad es que incluso teniendo seguro médico, he tenido que pagar cantidades absurdas de dinero.


Pero además, quería narrar como algo tan simple como la fractura del radio del brazo derecho, llega a afectar la vida en todos los niveles. Desde cómo y qué se come hasta qué ropa me pongo (no pude usar unos jeans las primeras 2 semanas porque no podía abotonarlos). Y como, mi tan anhelada y valorada independencia, se desapareció. He aprendido a ser paciente, a no amargarme porque tengo que pedirle a los otros que hagan cosas por mí, a asumir que mi mundo no se va a acabar porque no me puedo arrancar un pellejo ni lavar mis propios calzones.


Afortunadamente en todo este proceso encontré a la maravillosa familia Pérez Hurtado, a quienes les debo todo. Me han llevado a la clínica, se han levantado los domingos temprano, han cambiado sus rutinas para estar conmigo, me han consolado y me rescataron cuando no sabía qué hacer. Jamás pensé encontraría personas así.


Y claro, también han estado los de siempre. Mi papá que me ha dado todo, mi familia, mis amigos. Los que están lejos llamando y escribiendo. Y los que están cerca que me han cuidado, han venido hasta mi casa a acompañarme. Es un lugar común decir que en los malos momentos uno se da cuenta de quién realmente está con uno. Pero es cierto. Y ha sido increíble, darme cuenta de que los que están, están de verdad.


Y mi mamá. La única persona para quien puedo decir, esto ha sido más difícil y doloroso que para mí. Que se ha gastado lo que no tiene llamándome al celular, que me ha dejado desahogarme, putear al mundo y que al final, me ha recordado que esto es solo un momento y que también pasará.

martes, 27 de mayo de 2008

Mi primera ida a fútbol.

*** Antes de iniciar esta entrada quiero aclarar que seguramente para aquellos fanáticos del fútbol este texto será un poco ingenuo y obvio… pero fue la primera vez que fui a fútbol y como en toda primera vez, hubo inocencia e ingenuidad.

Yo nunca he sido futbolística. No sé nada de ese deporte. Puedo nombrar máximo 5 futbolistas colombianos, 5 de los cuales fueron glorias de los 90. Aparte de Beckham no conozco futbolistas internacionales… y llevo toda la tarde tratando de acordarme del famoso que pegó un cabezaso a otro en el mundial pasado. Mi papá no es el ser más intenso con el tema y hasta hace unos años no éramos muy cercanos, no tengo hermanos y no he tenido novios aficionados al tema. Lo único que tengo es dos mejores amigos profundamente intensos con el fútbol. Sin embargo, ellos siempre me han querido sabiendo que para mí el tema se reduce a 11 tarados (perdón 22), peleándose por un balón. Y luego de unos pocos intentos, asumieron que si me querían, me querían siendo ignorante en el tema. Se resignaron a dejar ese tema a un lado.

Pero ahora está de visita aquí en México uno de ellos. Y yo estoy feliz de que este aquí. Tan feliz, que hasta fui a fútbol con él. Eso sí, Pollo (mi mejor amigo) compró los boletos. Tampoco voy a pagar por eso. Debo aceptar, que en mi estancia en México, me he abierto un poco al tema, he hecho amigos que me han acercado al fútbol… pero esto ya fue el máximo acercamiento.
Fuimos a ver el partido del América vs. Liga Universitaria de Quito de la copa Libertadores. Dado que era un encuentro muy importante los boletos estaban agotados. Ayer entonces fuimos al estadio y buscamos al revendedor con menos pinta de fraudulento que encontramos y por 3 veces más de lo que costaba, compramos las entradas.
La verdad es que mi ignorancia en el tema era tanta que ni siquiera viviendo a 3 cuadras del estadio yo había investigado que se vende en los puestos cercanos. Y la verdad me divertí mucho. El estadio azteca es del América, un equipo de amarillo intenso e hinchas furibundos. Por tanto todo lo que venden es amarillo y furibundo. Hace poco este equipo le ganó a uno de Brazil, razón por la cual hay camisetas con letreros estilo: Muere Brazil. Otro de los enemigos del América son los pumas y entonces hay letreros como: Me pareció ver a un puto gatito. El animal del América es el águila, razón por la cuál a la entrada del estadio uno puede tomarse fotos con estos animales. A mí me encantó la idea.
Y uno camina por este mar amarillo que parece desierto. Pareciera que todas las personas tienen algo amarillo puesto. Entonces para mimetizarnos un poco y con la idea de evitar ser asesinados por los hinchas, Pollo me compró unas antenitas del América. Debo aceptar que a mí me encanta usar antenitas y si fuera bien visto socialmente, siempre tendrías unas puestas.
Luego de todo esto entramos al estadio. Aunque El Azteca no es el más grande del mundo, si es inmenso. Nosotros llegamos temprano y pudimos ver como se llenaba lentamente. Cuando íbamos a entrar a nuestra tribuna, una policía nos miró de arriba abajo, nos preguntó si realmente éramos del América y al oír nuestra respuesta de somos colombianos y queremos ver fútbol, nos dijo escandalizada “no no no, ustedes se van por este otro lado”. Hicimos la cola que nos indicó y cuando el policía trató de decirnos que no era por ahí, la señora le dijo: son extranjeros y no son americanistas. Y el policía con cara de susto nos metió a esta otra tribuna. Terminamos por algún motivo en la parte donde estaban los hinchas de Ecuador. Según le dijeron a Pollo era lo más seguro para nosotros. Estuvimos rodeados permanentemente por policías con cascos y escudos antimotines. Los cuales claramente no me hicieron sentir más segura.
Y es que es extraño estar del lado que todo un estadio mira feo. Y por mira feo entiéndase que cuando la Liga metió gol nos tiraron botellas de plástico, cajas de pizza vacías, agua y otros objetos no identificados. Pero lo más extraño fue que cuando el América metió su gol, nos lanzaron aún más cosas y con más furia. Pollo en ese momento se asustó porque nos empezaron a tirar monedas y afortunadamente fue lo suficientemente inteligente para no comentar esto hasta que estuvimos fuera del estadio.
La verdad creo que el fútbol para muchos de los que me rodeaban es una forma de terapia colectiva. Gritan, insultan, se ríen, se asustan y se abrazan. No sé si es más barato que un psicólogo pero creo que puede ser tan efectivo. Yo acepto que me divertí. Bailé, canté, grité. No sufrí ni me desesperé. Pero el gol metido por la Liga me hizo emocionar y el del América no me produjo nada.
Pero el susto si fue grande. Además de los objetos lanzados hacia donde yo estaba, pude ver como un engendro humano (porque eso no califica como simple humano), se quitaba la camiseta, subía las escaleras corriendo hacia nosotros y al encontrar una reja se trepaba en ella y empezaba a escupir. Y a gritar. Y a maldecir. Y de nuevo a escupir. Creo que la idea de vender cerveza dentro del estadio no es tan sabia. Aunque estoy segura que este personaje haría lo mismo con o sin cerveza.
Tras el gol de la Liga, el ambiente se tensionó a un nivel espantoso. Como ya dije estábamos rodeados por policías pero teníamos a un estadio de 100.000 personas en contra nuestra. Para prevenir cosas en las que no voy a pensar, nos sacaron 10 minutos antes de que se acabara el partido. 10 minutos que yo creo son los que uno quiere ver porque ahí es donde se acaba el juego. Pero yo no me iba a arriesgar. Y las personas que estaban con nosotros a pesar de que habían sufrido y disfrutado cada minuto del partido, no tuvieron problema en salirse antes. Finalmente todos tenemos instinto de preservación (y algunos chichones en la cabeza por las botellas que nos aventaron). Salimos en un cuadrado rodeado de policías, primero despacito y cuando ya nos acercábamos a la salida, corriendo. Fue muy extraño y miedoso correr entre tantos hinchas. Con los gritos de Puto y Culero en nuestras espaldas.

La verdad debo decir que el fútbol sigue sin gustarme. Pero me divertí como nunca. El espectáculo es absolutamente increíble. Los gritos, la comida chatarra, el mugre, las canciones, los insultos, los insultos cantados. La emoción de la gente. Y aunque no voy a negar que me asusté mucho y siempre tuve miedo que los americanistas derrumbaran a los antimotines y me cayeran encima, si volvería a ver otro partido. Siempre y cuando, sea igual de lleno, igual de apasionado y de emotivo.

lunes, 19 de mayo de 2008

El derecho a decidir: Reflexiones sobre el aborto.


Hace una semana fui a ver 4 meses, 3 semanas, 2 días. A causa de los finales no había podido escribir al respecto. La película causó una profunda impresión en mí. Es increíblemente dura y uno termina con la sensación de que no vale la pena ser parte de esto que llamamos Humanidad.

Sé que el tema del aborto es controversial y complejo. En Colombia hace dos años lo despenalizaron para casos muy específicos: violación, malformación del feto incompatibles con la existencia y riesgo para la vida y la salud de la madre. Sin embargo, se calcula que sólo se han realizado de forma legal 40. De forma clandestina se han practicado unos 300 mil. Por qué las mujeres prefieren ir a hacerlo a escondidas? Por qué el Estado no ha hecho cumplir la ley. Y por qué claramente hay muchas mujeres sanas, no violadas, con fetos sanos que no quieren ser mamás. Y a esas, la ley las ignora.


Las Entidades Prestadoras de Salud (EPS) se niegan a obligar a los médicos a practicar los abortos. Los hospitales religiosos se niegan a hacerlo. Las tutelas fallan a favor de las mujeres cuando éstas ya son madres. La puesta en práctica de la ley, ha sido un rotundo fracaso.

Fueron necesarios dos años de incumplimiento de la ley para que la Corte Constitucional le ordenará a un juez administrativo que establezca de cuánto serán la indemnización que una niña de 13 años deberá recibir porque su EPS, Coomeva, no la atendió. Tampoco la quisieron atender los médicos del Hospital Universitario Erasmo Meoz, de Cúcuta. Alegaron objeción de conciencia para no realizar el aborto. Aparentemente en Colombia, los hospitales y las compañías pueden tener conciencia. Y aparentemente, esa conciencia les dice que está bien que una niña de 13 años sea madre. Una niña de trece años víctima de abuso sexual. Una niña de trece años a quien contagiaron con una enfermedad de transmisión sexual mientras la embarazaban y violaban. Con el fallo de la Corte, se establece que la objeción de conciencia es un derecho que sólo tienen las personas naturales (no las empresas). Pero cuántas tuvieron que llevar a término su embarazo porque su entidad prestadora de salud (ojo al nombre) no las quiso atender? Y ahora esta niña, de trece años, violada y con una enfermedad venérea es madre.

Aquí en Ciudad de México, la cosa es distinta. El aborto está despenalizado durante las primeras 12 semanas de gestación. Los diputados que votaron a favor de la ley, se ganaron la excomunión de la Iglesia católica y el rechazo de cientos de personas. Hasta el presidente Calderón se pronunció en contra. Aún así, la ley fue aprobada y se pasó de permitir el aborto sólo en casos de violación, malformación del feto, riesgos para la vida de la mujer o inseminación artificial sin consentimiento de la mujer, a legalizar su práctica, por cualquier razón que la mujer tenga, incluso siendo de índole económica o social. Durante el primer año de vigencia de la ley, se practicaron unos 7.800 abortos en la ciudad.

Mi posición respecto al aborto es clara. Creo que como ser humano tengo todo el derecho a decidir qué pasa en mí cuerpo. No es feminismo. Es independencia. Me parece absolutamente respetable que la Iglesia católica se pronuncie en contra; finalmente tienen todo el derecho de hacerlo. Lo que no creo, es que tengan el derecho de decidir qué pasa en las vidas de mujeres que no son católicas como yo. O que incluso siendo católicas toman la decisión de abortar. Y hay que ser honestos, en países con una tradición religiosa tan fuerte, como pueden ser Colombia o México, lo que digan los curas sigue siendo una fuerza política. El estado, tanto en México como en Colombia, es laico. Hace años que decidimos que por un lado iba la vida espiritual y por el otro la política. Entonces la responsabilidad de los estados es con sus ciudadanos, independientemente de las preferencias religiosas que estos tengan.

Una niña de trece años contagiada durante una violación y embarazada tiene derecho a decidir que quiere abortar. Pero también una mujer de 25 que tuvo sexo casual. O la de 30 a la que le falló su método anticonceptivo. Son sus vidas. Y no pueden seguir estando obligadas a abortar en sitios clandestinos, arriesgando sus vidas. 4 meses, 3 semanas, 2 días muestra eso. La mujer que quiere abortar no revela las razones para hacerlo. Se pueden aducir razones políticas, económicas o sociales. Pero son inferencias que uno hace como espectador. Eso no importa. Lo que importa es que ella quiere abortar y como el estado no se lo permite, termina haciéndolo en un cuarto de hotel, en las peores circunstancias posibles. Abandonada. Sola. Sin esperanza.

Sé que hay millones de personas en el mundo en contra del aborto. Tuve un novio católico hasta la médula, que consideraba que no había escenario posible para que una mujer abortara. Alguna vez discutimos el caso de una niña a la que el padrastro había violado y embarazado. La niña tenía 9 años y lo más probable es que muriera durante el embarazo o dando a luz. Su cuerpo no lo resistiría. Y ni hablemos de la parte psicológica. Aquel novio insistía en que era pecado abortar. Que ella no tenía derecho a hacerlo. Y como él hay miles. Y creo que tienen derecho a pensar lo que quieran. Finalmente de eso se trata la libertad y la libertad de expresión. De que haya personas que piensen lo que a mí me parece increíblemente intolerante y absurdo y puedan decirlo sin miedo. En lo que no creo es que esas personas, tengan el derecho a imponer su posición.

La despenalización del aborto en ningún caso obliga a las personas a hacerse un aborto. Simplemente les da una opción. Les dice, si usted quiere, ya no tiene que meterse una botella para forzar la salida del feto, ya no tiene que ir a una clínica clandestina arriesgándose a que la violen, ya no tiene que poner en riesgo su vida. Hágalo de forma segura. Por eso el fracaso de la implementación de la ley en Colombia es tan grave. Porque le quita el derecho, ya ganado legalmente, a miles de mujeres de decidir. Y eso, la posibilidad de decidir sobre la vida de cada uno, es la base de cualquier democracia.



viernes, 9 de mayo de 2008

Sobre la comida y los machos




la verdad es que hace tiempo que quiero relatar algunas cosas y quiero hacerlo antes de que se me olviden. básicamente son esas cosas que me sorprenden de México. Además, esta entrada es una buena respuesta a la anterior hecha sobre la comida colombiana.

Para empezar esta el hecho de que aquí hay helados de todo. y cuando digo de todo, olvidense el chocolate, la menta y vainilla. hay de las cosas que a mí jamás se me hubieran ocurrido tales como apio), pepino, alfalfa, zanahoria, elote (maiz), nopal (cactus), pétalos de rosas... la verdad, para mí los helados son de frutas y son dulces... pero aquí uno se encuentra con helados de verduras... saben exáctamente a lo que proponen. yo me comí el de pepino y sabía a nieve de pepino, solo que muy dulce. debo aceptar que me pareció horroroso.
Como muchos de ustedes saben yo soy bastante relajada a la hora de viajar. no me importa que el hotel sea un asco, no bañarme por días ni dormir en el piso. pero con la comida jodo. en algo tenía que hacerlo, no? he aprendido a que esto no sea un impedimento para socializar pero acepto que hay muchas cossas que no me gustan. y México tiene una porción bastante grande de esas cosas. es que aquí se comen todo de todos los animales. más allá de los grillos y demás insectos que se tragan, se comen toda la vaca, todo el pollo y todo el cerdo. y por todo, por favor entiendan TODO: así uno puede encontrar tacos de cesos, orejas, nariz, lengua, cachete, paladar (paladar??? de verdad como se comen eso), ojo, pata, etc, etc, etc. yo que tengo la teoría que uno no se come los pensamientos de nadie y que quedé traumatizada por años de ser obligada a comer lengua con uvas pasas en el colegio, he terminado en un país donde en cada esquina promocionan tacos de cabeza. luego de India yo dejé de comer mucha carne pero aquí es simplemente imposible. no entiendo cómo hacen los vegetarianos.... este es un país carnívoro en exceso. pero bueno... al menos no se les puede decir que desperdician alguna parte del animal. para rematar las rarezas, les encanta acompañar los platos de nopales, que son los cactus. la primera vez que me dijeron que me comiera uno pensé que estaban locos pero debo decir que aunque son un poco babosos, en realidad saben muy rico. eso sí, los mexicanos del norte insisten en que los nopales no son de comer, que eso es sólo para los indígenas muertos de hambre del sur... a mi me parecen ricos y los prefiero a las orejas del cerdo en un taco.

Lo otro que me ha impresionado es el chile. si ya sé, me van a decir que todos saben que a los mexicanos les gusta el picante. pero una cosa es que les guste el picante y otra el nivel que tienen. aquí no conciben la comida sino es picosa como ellos mismos dicen. esto se traduce en que hasta a las frutas les echan chile. cada tanto compro ensalada de frutas en el 7/11 y dentro del vaso, viene un sobre de chile para adicionar. en los puestos de frutas de la calle, bañan la papaya, el melón o la piña con toneladas de chile en polvo y sal. es cierto que hasta los dulces son picantes. a mi ya me parecen delis las colombinas de sandía con chile. en todos los restaurantes y puestos de comida la salsa más importantes es la picante. y se la echan en cantidades industriales a todo, las papas, los tacos, las ensaladas, todo. nada queda libre. incluso hay helados que bañan en polvo de chile. las cervezas micheladas son con sal y chile generalmente. llevé a mi amigo Rodrigo a comer comida colombiana y debo decir que fue un total fracaso. pretendía echarle limón al ajiaco, dijo que la bandeja paisa no sabia a nada y cuando probó el ají (que estaba bastante picante), me preguntó que si estaba mal hecho porque no sabía a nada. la verdad, creo que al final del día, la mayoría de los mexicanos no tiene papilas gustativas, las han anesteciado y asesinado tras años de chile.

Varias personas me han preguntado si los hombres son tan machistas como dicen. y es una pregunta difícil de responder. la verdad es que sí lo son pero no sé describir exactamente porqué. Tengo una amiga que esta casada con un norteño y me cuenta que para ella ha sido muy difícil entrar al mundo de su marido porque cuando van a su ciudad, los hombres se hacen de un lado y las mujeres del otro. no interactuan. y las mujeres, esposas de los amigos de su marido, no la quieren porque la consideran un bicho raro ya que estudio 2 carreras y esta haciendo una maestria. y no tiene hijos. tengo otro amigo que lleva 5 años viviendo solo. él limpia su casa, cocina, lava su ropa, hace mercado, etc. pero dice que el día en que él se case no vuelve a recoger un plato porque para eso se casa. y que en una familia, su rol no es ese. finalmente tengo un amigo a quien quiero mucho pero que cuando salimos con otros hombres, deja de hablarme. es como en India. si estamos los dos solos, es fantástico, me cuenta de su trabajo, de sus cosas, etc. pero en el momento en que otro hombre aparece, yo me vuelvo invisible. él sostiene la conversación con el otro hombre y no me vuelve a dirigir ni una mirada. los hombres aquí son muy dulces y peuden llegar a ser profundamente caballerosos, le abren a uno la puerta, le corren la silla... pero cada vez que esto pasa yo no puedo dejar de preguntarme cuál es el costo de esa situación, qué estoy perdiendo con la apertura de la puerta, qué están dejando de consultarme o cuánto están dejando de pensar en mí como ser humano inteligente y activo.

sábado, 3 de mayo de 2008

Colombia en el Mercado de Medellín

El día de hoy, en una de esas actividades que uno nunca se esperaría realizar en la ciudad de México, emprendimos una expedición al mercado de Medellín en la colonia Roma acá en el D.F. La razón fue para ir en busca de productos colombianos, ya que habíamos recibido numerosos reportes de que era en este mercado donde se podían conseguir a granel, y ante la insistencia de Li por ir en busca de chocolatinas Jet (como un Carlos V de acá de México) decidimos darnos una vuelta.

Yo viví por 10 años en la Roma, por esta razón, ir al mercado de Medellín era algo común los fines de semana; sin embago, no recordaba haber visto ahí ningún puesto con productos internacionales, mucho menos colombianos. De hecho, cuando llegamos el día de hoy, después de buscar estacionamiento por cuadras a la redonda, entramos al mercado; después de caminar unos pasos, todo parecía encaminarse a una decepción, todos los puestos ofrecían los clásicos productos mexicanos: nopales, jitomates y las miles de variedades de chiles. Justo cuando Li preguntaba si no nos habríamos equivocado de lugar vimos una bandera de la República hermana de Colombia. A la mujer se le brincaron los ojos de la emoción y casi me tira del jalón que me propinó para llegar al expendio de productos que yo en mi vida había visto y que llamaron mi atención todo el tiempo.

Lo primero que hizo fue dirigirse al refrigerador del "Paisa" a comprar "Colombianas", una soda muy parecida al Mundet de acá, solo que más pequeño y en un envase muy peculiar. Mientras yo batallaba horas trando de abrir el dichoso refresco, la mujer observaba y sollozoaba junto al niño que atendía a los clientes, el que por cierto, era más mexicano que el nopal pero tenía un conocimiento inusual sobre productos que yo en mi vida había escuchado: Bon bon bun Chocolatina Jet, Galletas Ducales , Aguardiente Nectar, Ron añejo de Caldas, Panela (no es queso, es un extracto de caña de azucar que no se si en este país se comercialice algo similar), Chocolate Luker, Areparina, Milo (así es!! en Colombia siguen vendiéndolo, aquí lo descontinuaron hace como 15 años, yo recuerdo que lo tomaba mientras veía el mundial en Italia 90). En fin, un número importante de productos raros, también había Maizena, producto que yo creí que era muy mexicano, sin embargo, me quedó claro que no es así. También había sopas Maggie sabor Ajiaco, que es una sopa de 3 tipos de papas, aquí en México creo que solo hay 2, pero en general solo se come una.

Después de que la mujer enloqueció y compró muchas cosas fuimos a comer a un restaurancillo sobre Av. Insurgentes llamado "Aires de Colombia". Por cierto, para todos aquellos colombianos que lean el presente debo decir que aquí en México tenemos una avenida llamada "insurgentes", cosa que llamó mucho la atención a Li; sin embargo, debo hacer mención que este término hace alusión a los caudillos de independencia. Los insurgentes guerrilleros que tenemos en el presente no son conocidos como tal y nadie piensa en ellos cuando hablamos de Los Insurgentes. Pero bueno, regresando a la parte del Restaurante, éste estaba lleno de cosas que uno en este país no conoce. El lugar estaba atendido por una colombiana de la costa, quienes hablan bastante diferente y cuyo acento se parece más a los caribeños e incluso a los venezolanos (con respeto, no se ofenda nadie). Creo que es más armonioso el acento de los cachacos (nuevamente, no se ofenda nadie jaja) a nosotros, los del D.F. nos dicen chilangos y nadie se ofende.

Comimos bandeja paisa, que es un plato de arroz, fríjoles (que son como frijoles charros pero sin chorizo, ni jamón, y claro, sin chile tampoco), carne molida, huevo frito y maduro (plátano macho); pedimos ajiaco y una entrada de arepas, empanadas, chicharrón y maduro. Debo decir, con el respeto de Li que la comida colombiana, o al menos esa, aunque es buena, difiere un poco de lo que los mexicanos estamos acostumbrados a comer. Los sabores de México son algo rebuscados. Esto hizo que la comida me pareciera con una ligera falta de sabor que perdurara. Lo que sí me gustó mucho fue el Ajiaco, y aunque Li dice que no estaba tan bueno porque aquí no se puede preparar apegado a la receta original. Quiero pensar que comer el Ajiaco original debe ser una delicia. Tomamos refajo, tranquilos compatriotas, no tiene nada que ver con fajar, es una bebida que tiene su esencia en combinar colombiana (el refresco) y cerveza, lo que da como resultado una bebida peculiar pero refrescante. Fue toda una experiencia. Nunca había comido comida colombiana. Lina me lanzó una mirada de censura cuando intenté ponerle limón al ajiaco, pero ¿qué quería? En este país le ponemos toda clase de condimentos a la comida. A pesar de que tuve que reprimir mis deseos de pedir salsa pico de gallo o verde, junto a unos limoncitos pa ponerle al ajiaco, su sabor me gustó y quedé muy complacido.

En las zonas aledañas al Mercado de Medellín, también exisen un par más de restaurantes colombianos. Para todos aquellos que gusten de ir a comer les recomiendo el lugar, y aunque Li diga que el ajiaco no estaba rico, a mi me pareció bastante agradable;pero bueno, los que sean colombianos de nacimiento, favor de abstenerse.

En, fin, el día fue enriquecedormente colombiano, aprendí un poco más. Me di cuenta que hay muchos productos similares entre un país y otro, y aunque su sabor es muy similar a cosas que hay aquí, en el fondo, su valor para los colombianos radica en la forma, y en la emotividad que ésto representa. Supongo que sería lo mismo si yo fuera a Colombia y me topo con una "chaparrita" o un "jarrito", me lo tomaría como si fuera una bebida exótica, con un gusto y placer indescriptibles. Eso me hizo pensar. Y una vez más reafirme que al final del día no somos tan diferente. Allá tienen yuca, nosotros tenemos camote, ellá tienen granadillas, nosotros tenemos tejocotes.

En resumen fue una experiencia enriquecedora que reafirmó algunas ideas y probé una gastronomía muy diferente a la propia, con sus matices. Me gustó y pasé un día estupendo, salvo por la parte donde estuvimos trabajando y haciendo tarea de la universidad. Ni modo, así es la vida, cruel y despiadada, como alguien querido me diría.


Foto: Fernando Ortega en Reforma.com; Publicación: 23 diciembre 2007

martes, 15 de abril de 2008

Con miedo

Ayer en el break de clase salí con unos amigos a comprar un café en el 7 eleven que hay frente a la universidad. Al intentar ingresar al campus, nos pidieron nuestras credenciales (carné en colombiano). A mí me pareció lo más normal del mundo pero uno de mis amigos se molestó. Por qué nos piden los credenciales? Acabamos de salir. Fue lo que dijo cuando finalmente nos dejaron entrar.




Yo me quedé pensando. A mí lo que me sorprende es que NO me pidan una identificación para entrar. Que No me revisen la mochila cuando entro a un centro comercial. Que no pasen espejos por debajo de los carros para ver explosivos. Eso es lo que me sorprende. Pero eso no es normal. Eso no debería pasar.

Yo debo aceptar que en Colombia siempre viví tranquila. Salía de noche. Manejaba mi carro tranquilamente. No pensaba que me fueran a robar o a matar. Un mes antes de venir a México me atracaron. Robaron mi mochila con mi libreta de periodista, mis papeles, mi ipod y un montón de cosas que a los ladrones no les servían pero que a mí al día de hoy todavía me hacen falta. De ahí en adelante empecé a sentirme insegura. El mes restante tuve miedo de salir de mi casa. Las esquinas me asustaban y tuve más pesadillas de las que le acepté a mi mamá. Pero todo eso, lo sentí LUEGO del atraco. Nunca antes.

Y estando aquí. Me doy cuenta que siempre estuve asustada. Claramente el atraco me afectó. Pero yo no vivía tranquila. Solo descubrí el miedo que tenía cuando llegué a un lugar donde no tengo miedo.

El problema es que me acostumbré a ese miedo. Algunos dirían que no es miedo. Que es simplemente estar alerta. Pero no creo que eso sea cierto. Somos un país asustado. Asustado de que nos maten, nos secuestren, se tomen los palacios de justicia, estallen volcanes, haya terremotos, nos atraquen y nos roben. Pero no somos conscientes de eso. Pensamos que es normal que al entrar a una plaza un guardia requise la maleta, que en los conciertos busquen entre los bolsillos de las personas por armas blancas, que es natural que no se pueda tomar un taxi de noche a riesgo de ser víctima del paseo millonario. En qué lugar del mundo es normal que la canción de una empresa de taxis incluya la frase: “no se arriesgue, no tome un taxi en la calle”? Y yo la tatareaba mientras esperaba que me confirmaran el móvil.

El miedo es una estrategia sumamente efectiva. Si no miren a Estados Unidos. Cómo más se hubiera podido reelegir Bush? Y para ser más nacionalista, cómo más reelegiríamos a Uribe? El miedo es una gran herramienta y en Colombia la utiliza el gobierno, la guerrilla, los paras, la delincuencia común y hasta las empresas. Es un buen negocio. Sino pregúntenle a los dueños de los criaderos de perros guardias después de cada bomba. Como país hemos sido y seguimos siendo, víctimas del terrorismo. Cada vez que salimos de la casa algo nos recuerda que la posibilidad de morir esta cerca. Nos revisan el carro para verificar que no haya bombas y le agradecemos al guardia. Leemos en el periódico las zonas más peligrosas de la ciudad y cambiamos la ruta para llegar a la oficina. Nos parece normal que al viajar por carretera al sisga, haya soldados con rifles cada 100 metros. Y al pasar junto a ellos, de nuevo les agradecemos por protegernos. La otra noche iba con un amigo en su carro. Pasábamos por una oreja para agarrar un puente, cuando en la curva, en la parte más oscura, vimos un coche parado. A mí se me paró el corazón. De inmediato pensé nos atracarían. Dejé de respirar hasta que llegamos al puente, donde había luz y ya no había carros. Mi amigo ni se dio cuenta: ni del carro ni de mi susto. Para él esa no era una señal de peligro. Para mí era una señal de inmenso peligro: un carro detenido en la parte más oscura de la calle a las 2 de la mañana, es un atraco seguro.

Y no digo que Ciudad de México sea el lugar más tranquilo de la tierra. Finalmente a la semana de estar acá, vi aterrorizada como habían puesto las cabezas cortadas de quien sabe qué personas, en estacas en el aeropuerto. Y cada día, oigo historias de robos, sobornos y atracos. Soy consciente de que hay cosas que es mejor no hacer: no tomo taxis de noche, no camino por calles oscuras y no salgo con todos mis papeles entre la cartera. Sin embargo, vivo tranquila. Pienso que como extranjera tengo más chances de que algo malo me pase, pero creo que si fuera mexicana, viviría tranquila. Más tranquila de lo que vivo yo. Tranquila de verdad. No como creía ser en Colombia.

jueves, 10 de abril de 2008

¿Navego después existo o Navego ergo existo?

Todos los días me levanto y prendo mi lap. Reviso el correo. Voy a Facebook. Luego entro a eltiempo.com, de ahí voy a semana.com. A veces hago una parada en jornada. Después desayuno. Paso más horas conectada a internet que dormida.
A lo largo del día entro muchas más veces a mi correo, a Facebook y a las páginas del tiempo y semana. Los días en que nadie me escribe (como hoy) son tristes. Abro el correo constantemente esperando encontrar algo nuevo (hoy en particular espero la respuesta de mi mejor amigo a un mail que le mandé ayer, alguna noticia de vida de mi ex luego de un mail de cumpleaños donde tal vez dije más cosas de las que debía y noticias acerca de mi proceso de visa). Quisiera decir que estos hábitos son nuevos, producto de vivir lejos de mi país. Pero realmente no lo son. Cuando trabajaba en Gravitas, la agencia de comunicaciones, me acostumbré a revisar las páginas de los medios de comunicación varias veces al día. Y Facebook es un mal vicio. No puedo dejar de entrar. Ver quién publicó nuevas fotos. Quién esta in a relationship. Quién ya no. En qué status esta cada uno.
Héctor Abad Faciolince en su columna de la revista Semana de esta semana (http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=110732), habla de este tema. Y dice qué a él le deberían preguntar, no cuántas horas al día está conectado, sino cuántas horas al día NO está conectado a internet. Yo ando ya en las mismas. Siento que es mi conexión con el mundo. Con Colombia. Con mi familia. Con mis amigos. Con la realidad nacional del país que dejé. Pero también con el resto del planeta. Con los amigos que tengo por ahí regados, con los eventos internacionales. Y por supuesto, con México. El país donde ahora vivo. Hablo con mis amigos chilangos por Messenger. Los veo en las fotos de Facebook. Me opinan en este blog. Les opino en los suyos. Me entero de las noticias a través de las versiones electrónicas de los periódicos mexicanos.


Hoy me pregunto, esto es bueno o malo? Debe calificarse como algo bueno o algo malo? Actualmente estoy haciendo una investigación sobre Facebook. Específicamente los grupos de odio que allí existen. Así que he encontrado una razón académica para pasar horas eternas navegando en internet. Justifico una adicción con la redacción de 50 páginas. Pero empiezo a preocuparme. Ando más paranoica que de costumbre.
Hace unas semanas fui a ver Untraceable. La película trata de un asesino que mata a sus víctimas en vivo y en directo por internet. Entre más personas entren a su página, más rápido se muere la persona. Salí del cine asustada. Pensando que si alguien decidiera hacer algo parecido, el resultado sería el mismo de la película. Millones de personas entrando a ver como alguien se muere. Y es que el internet nos permite eso. Desarrollar nuestro morbo. Darle rienda suelta a nuestro lado oscuro. Ver lo que jamás aceptamos.
Un ejemplo chiquito: de las 200 fotos que tengo publicadas en Flickr, la más vista por mucho tiempo fue una titulada y taggeada como Boot Fetish (fetiche de botas). A pesar de que no tengo casi contactos en esa red y que no puse la foto en muchos grupos de fotos, al día de hoy ha sido vista 512 veces.
Según la página Top Ten Reviews, cada segundo 28,258 usuarios ven pornografía. Cada segundo 372 usuarios de internet teclean palabras relacionadas con el sexo en los buscadores. Cada 39 minutos un nuevo video pornográfico se filma en Estados Unidos. El 42.7% de los usuarios de internet ven porno a través de este medio. Hay 100.000 (yo creo que son más) páginas ofreciendo pornografía infantil ilegal.
Pero no es sólo el porno. En internet uno puede aprender a construir una bomba. Leer tips para volverse anoréxica, para engañar a la esposa y comprar animales en vías de extinción. Publicar videos del ex vomitando, del vecino en el baño y de una celebridad sin maquillaje. Ingresar a grupos que odian a los blancos, a los negros, a los que no son ni blancos ni negros. Chatear con zoofílicos, pedofílicos, necrofílicos, coprofílicos y otros fílicos. Participar en redes terroristas, planificar atentados, apoyar a las guerrillas del mundo y donarles dinero.
Y además de la oportunidad de fomentar todos estos comportamientos y deseos, internet sirve también de manera extraordinariamente eficaz, para perder el tiempo. A diario recibo en mi correo, cadenas de oración, de suerte, mails de chistes, calendarios con hombres en tanga, presentaciones de power point con reflexiones del Dalai Lama, de Garcia Márquez o de cualquier poeta y filósofo frutrado, amenizadas con música de ascensor. Y ni hablar de la cantidad de páginas obsoletas e inútiles. De la cantidad de artículos sin sentido que se leen simplemente porque están a la mano. De los videos de youtube que uno termina viendo, cuando debería estar trabajando, estudiando o simplemente durmiendo.


No digo que esto sea para lo único que sirve el internet. Cientos de personas hoy se conectan y comparten razones para sonreir, para seguir vivos. Se investiga de manera más ágil gracias al internet. Y como hay grupos de odio, hay grupos de apoyo. Existen páginas a favor de la tolerancia, la paz y el libre desarrollo de la personalidad.
De nuevo pregunto: esto es bueno o malo? Hoy quisiera que aquellos de ustedes que hoy me leen, me contaran, cuántas horas pasan en internet? Haciendo qué? El internet es una herramienta para hacernos la vida más útil realmente? O es una herramienta desaprovechada en páginas inútiles, redes sociales y chateos? Sirve para ampliar los horizontes mentales o para profundizar los fetiches, perversiones y comportamientos ilegales? Y cuáles son sus placeres culposos? Cuáles páginas visitan de forma secreta para perder el tiempo?
Para que no digan que yo no respondo mis preguntas, aquí les cuento. Mi página favorita para visitar cuando no quiero pensar y que jamás le había contado a nadie que visitaba, se llama http://smokingsides.com. En esta, dicen qué celebridades fuman en la vida real y muestran fotos de ellas fumando. Por qué me interesa? No sé. De qué me sirve? De nada. Pero ahí estoy, cada tanto, perdiendo mi tiempo.


Mientras he escrito estas líneas, he parado más de 5 veces ha revisar mi correo. He visto que un amigo mío terminó con la novia en Facebook. Reenvié un mensaje para un compañero de la universidad. Y claro, entré en semana, flickr, smokingsides, top ten reviews. Así que de nuevo me pregunto: ¿Navego después existo o Navego ergo existo?

lunes, 7 de abril de 2008

Las suelas de mis sandalias

No corren siempre hacia ti como las de Cristina y los subterráneos… pero siempre caminan hacia mí.

Nunca me he considerado una persona a quien le importe mucho la ropa. Las marcas me tienen sin cuidado y jamás he entendido cuál es la gracia de gastarse 3.000 dólares en unos jeans. Y si la ropa no me genera mucha emoción, los zapatos me tienen sin cuidado. Cualquier cosa cómoda que me proteja los pies me basta. Tiendo a usar el mismo par de zapatos hasta que se acaban, voy a la misma tienda y compro el modelo más parecido que tengan al anterior. Así he pasado mis años. A veces me doy gustos. De vez en cuando juego a la adulta que no quiero ser y uso tacones, zapatos de punta y me rio de mi misma.


Pero a mis sandalias las amo. Las compré en India. Fueron caras para mí en ese momento. Pagué 700 rupias (14 dólares de la época) por ellas y me dolieron. Pero jamás he tenido mejores zapatos. Recorrieron India conmigo. Ecuador. Villa de Leyva. Muchos días de sol en Bogotá. Y mis primeros meses en México. Las veo y sonrío.
No sé porque significan tanto para mí pero lo hacen. Me recuerdan los días que más me gustan. Cuando camino por horas en lugares nuevos. Cuando conozco gente. Cuando aprendo cosas nuevas. Cuando lo que importa es lo que soy y en donde estoy y no como me veo. Me gusta tener los pies sucios. No me gusta ser sucia, no me malentiendan. Pero mis pies sucios siempre están sucios de caminar horas, de viajar y de ser yo. Tengo una colección de fotos de mí con los pies puercos en donde aunque no lo crean, tengo la sonrisa más sincera.

Pero las sandalias no son eternas. Algunos (entre ellos mis papás y la mayoría de mis amigos), diría que hace varios años que ya murieron. Pero yo, hasta ahora me negaba a aceptar esa realidad. Y la verdad es que cada vez que se han roto, en unos pocos pasos encontraba mágicamente a alguien que las reparaba. Pero ya no pude más. El sábado, a la salida de cine, pasé por una zapatería y decidí dar el gran paso. Comprar unas nuevas. Por 450 pesos (45 dólares… México es caro!) tengo unas nuevas. Todavía no me acostumbro. Son más altas lo cual hace que los pies se ensucien menos pero que me sienta más insegura a la hora de caminar. Y no son las mismas. Están limpias y nuevas. Siento que no tienen historia. Supongo que yo se las daré. Y que tal vez, en algunos años, escribiré sobre estas sandalias… y duraré varios días pensando en ellas con tristeza.






miércoles, 26 de marzo de 2008

Pensando en Gandhi.

El lunes pasado vimos en mi clase de Liderazgo y ética, la película de 1982, Gandhi. Esa noche volví a casa con una mezcla de tristeza, nostalgia y ganas de tomar el primer vuelo a India. Para aquellos que no saben, hace unos años viví y viajé por India. Y me enamoré profundamente de ese país. Fue de las épocas más hermosas de mi vida. También fue una época donde vi lo peor y lo mejor de la humanidad. La pobreza más absurda y la riqueza más surreal.




Es extraño. Vi una película que narra eventos de hace más de 50 años. Sin embargo, muchas de las cosas contra las que Gandhi luchó, siguen existiendo. Esa escena en la que el Mahatma llega por primera vez a India y ve a la gente en la calle, pidiendo limosnas, desnutridos, sucios, etc… esa escena la vi todos los días. Y llegó el punto en que en un intento por protegerme emocionalmente dejé de ver la pobreza. Logré no pensar en eso, no pensar donde los niños que en la esquina de mi casa que cada mañana me pedían dinero, dormirían en invierno; aprendí a mirar a un lado cuando veía a los ancianos tratar de taparse con trapos… Suena duro. Suena horrible. Fue horrible. Pero luego de tantos días de llorar y angustiarme… tocaba encontrar la forma de sobrevivir emocionalmente a la situación. Sin embargo, no es algo de lo que me sienta orgullosa.




El punto y lo que me impresionó es la certeza de cómo las cosas no han cambiado desde Gandhi. Nos sentimos orgullosos como humanidad de que personas como él existan, en una clase en México, muchos años más tarde, se analiza su caso como ejemplo de liderazgo y ética. Y aunque logró que en la ley los intocables y las castas desaparecieran… en la práctica ahí siguen. Varios ejemplos de esto:



Al llegar a Calcuta, me quedé en la casa de una familia hinduista increíblemente tradicional. Ellos eran acomodados y tenían varios empleados. Uno de ellos, quién era el último en acostarse y el primero en levantarse era un joven de unos 18 años. Por las noches, no tenía un cuarto para dormir. Simplemente se acostaba en la sala de la casa, con una cobija, sin almohada y dormía unas horas. Sin privacidad, sin intimidad, sin nada. Todo porque era menos. Y nadie cuestionaba esto. A nadie le parecía raro.



Otro ejemplo. En la casa donde vivíamos en Delhi, teníamos una empleada. Ella limpiaba y arreglaba. Sin embargo, ni lavaba los baños ni sacaba la basura. Eso lo hacía otra persona. Un día le pedimos que sacara la basura. Dejo de ir a trabajar una semana. Indignada. Molesta. Furiosa. La habíamos ofendido al pedirle que realizara un trabajo que lo debía hacer una casta inferior.



El último ejemplo. En el colegio donde trabajaba como profesora de inglés, se encontraba en construcción. En India, los obreros viven junto con sus familias en las obras que realizan. Llegan al inicio de la obra, con los desechos de la construcción hacen rústicas casas y se quedan allí hasta que el trabajo se termina. Alguien, es el dueño de estas personas, decide qué hacen, por cuánto tiempo y en dónde. Sobra decir, que los índices de mortalidad, enfermedades respiratorias y padecimientos relacionados con la suciedad en estas personas, son altísimos. Cuando los niños aprenden a caminar, empiezan a trabajar. Jugando mueven ladrillos, arrastran materiales y se ganan su pan diario. Sobra decir, no van a la escuela, no tienen acceso a la salud ni tienen derecho a la diversión. Para mí era extremadamente doloroso dar clase a unos niños cuando había otros, afuera del salón, cargando ladrillos a sus 4 años. Pero nadie más lo notaba. Para nadie más resultaba conflictivo o doloroso. Un día le pedí permiso a la directora del colegio para tomarles fotografías a estas familias, ella me miró con extrañeza y me preguntó cuáles familias. Me tocó mostrárselas. Llevarla hasta donde estaban. Y cuando las vio se limitó a decir despreocupadamente Ah! Es que ni los había visto.



Y eso es lo que pasa. Que ni los ven. Son millones de personas que nadie ve. Como son de otra casta, como son inferiores, simplemente no son vistos. No existen. Y la lucha de Gandhi… todavía tiene que ser luchada por alguien. Por muchos. Por todos.




No quiero decir que lo que hizo Gandhi fue poco. Por el contrario. Fue enorme. Y masivo. Y logró lo imposible. Y lo hizo por el camino menos transitado. Transformó la forma en que se logran los objetivos. Ideó una forma pacífica y alternativa de combatir a los grandes enemigos. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en lo duro que le daría caminar por las calles de Bombay y ver que la pobreza, la diferencia, el rechazo y la ignorancia se mantienen.

lunes, 24 de marzo de 2008

De El Tajín, un concierto y un trancón surrealista...







Esta semana decidí no hacer mucho. La verdad la universidad ha estado tan pesada que necesitaba unos días para descansar a fondo y relajarme. El lunes celebré el día de san patricio con una amiga en un pub buenísimo. El martes fui con ella a Tepoztlán y Cuernavaca. Estuvimos delicioso y el resto de los días los dediqué a descansar y disfrutar de mi casa. Todo iba según el plan hasta que el sábado Rodri, me llamó a invitarme de paseo. Yo como siempre sin pensarlo ni preguntar muchas cosas le dije que si. Anoté en un papel el nombre del lugar al que debía llegar, me bañé y salí corriendo. La idea era ir a Poza Rica donde habría un concierto de Café Tacuba. 5 horas de viaje. Nada muy lejos y por el contrario muy divertido.
El bus se tomó una hora menos en llegar y me encontré con Rodri quién estaba con sus primos y unos amigos. 5 niños y yo. Una vez en el calor de Poza Rica, Rodri procedió a contarme que iríamos al Tajín que queda como a 20 minutos donde se haría el concierto por la noche. Cocinamos una carne deliciosa en un potrero y nos fuimos al concierto. El Tajín es un lugar arqueológico donde en semana santa realizan un festival de identidad con bailes, ventas, comida y claro, conciertos. Como queda lejos de todo, los organizadores alquilan casas de campaña (carpas) con camas y sábanas incluidas. Elegantísimo. Rodri me aseguró que como yo alguna vez le conté que había estado dispuesta a dormir en un cajero automática en una noche larga en Barcelona, ni se le ocurrió comentarme los detalles del paseo. A mi me encantó la idea.
Fue divertido ver a Café Tacuba, recordé mi adolescencia cuando bailaba y cantaba sus canciones, pero debo aceptar que les he perdido un poco la pista y no conocía la mitad de sus canciones. Una vez se acabó el concierto, fuimos a nuestra casa de campaña muy elegante y dormimos.
Nos levantamos temprano y nos fuimos a ver las pirámides del Tajín. Yo que de chiquita quería ser egiptóloga (yo sé… era una niña rara) amo cualquier cosa que se llame pirámide. En el Tajín están los restos de la civilización de los Totonacas que habitaban Veracruz, Puebla y Tabasco. Lo que queda en la actualidad es las construcciones del mercado, el juego de la pelota, los lugares donde hacían los sacrificios humanos y una cantidad enorme de muros y paredes que a mí me parecieron encantadores. Lo único que no me gustó es que uno no se puede subir a las pirámides. Pero el solo hecho de estar allí ya me pareció increíble. Rodri me contó que las piedras para construir todo las traían de los alrededores pero como los indígenas no tenían bestias les tocaba a los esclavos. Es que no tenían ni vacas, ni caballos, ni burros ni nada. A duras penas unas cabras que evidentemente no arrastran nada.
La pirámide que más me gustó es la de los nichos, la cual como su nombre lo indica es una construcción de 6 pisos, llena de nichos de 18 cm de alto. Se cree que originalmente había 365 nichos, por lo que se considera era usada como calendario.
A la salida del parque, pudimos ver a los Voladores. Yo nunca había visto algo así y me encantó. Son 4 tipos vestidos con trajes típicos que se suben a un palo de 30 metros de alto y se amarran. Luego otro personaje se sube, se para en la punta del palo y empieza a bailar y a tocar una flauta llamada chirimía. Cuando deja de tocar, los cuatro personajes se lanzan de espaldas y de cabeza al aire. Y empiezan a dar vueltas. Muy despacio. Giran y giran con la cabeza hacia abajo y los brazos estirados mientras van descendiendo. Como hacen para no darse contra el palo es algo que no sé y que les quedo debiendo. Finalmente cuando ya se acercan al suelo ponen una mano en el piso y se dan vuelta. Este ritual se supone tiene todo tipo de significados. Se supone sirve como rito de fertilidad para atraer al sol y la lluvia. Además, cada volador le da 13 vueltas al palo, para un gran total de 52 vueltas (y mucho mareo). 52 no sólo son las semanas del año, sino es un número muy especial en las culturas pre-hispánicas. Cada 52 años se suponía se marcaba el fin de una especie de era donde podía o no volver a salir el sol. Entonces se apagaban todas las luces de la ciudad y los sacerdotes hacían toda clase de rituales y de sacrificios (les encantaban los sacrificios humanos) para convencer al sol de volver a salir.
El cuento de los sacrificios a mi me da un poco de impresión. Pero esta era una cultura donde la vida no era tan importante. La muerte era lo que importaba y más que eso, como se muriera. De eso dependía a qué cielo se iba. La mejor forma de morir era en la guerra pero ser sacrificado también tenía mucho valor. Según Rodri, por eso muchos viejitos se animaban al tema. Otra buena forma de morir como mujer (que estaban jodidas porque no podían morir en la guerra) era dando a luz a un guerrero (nadie me supo explicar qué pasaba si moría dando a luz a una niña). Total lo peor que a uno le podía pasar era morirse de viejito o caerse y morirse.
Una vez terminamos de ver pirámides y personajes con deseo de ser pájaros, decidimos ir a almorzar. La idea con Rodri era comer, dar una vuelta por Poza Rica y luego volver al DF. El restaurante elegido era sobre la carretera para volver a la ciudad. Sin embargo, no alcanzan a imaginarse el trancón. En más de una hora recorrimos MENOS de un kilómetro. Cansados, aburridos y con MUCHA hambre decidimos dar vuelta y buscar un restaurante en Poza Rica. Con Rodri pensamos que lo mejor era hacer tiempito y arrancar a las 5 cuando ya hubiera bajado el trancón. Nos despedimos de los primos y fuimos a almorzar. Y tal como lo planeamos a las 5 volvimos a tomar la carretera. Pero el trancón no había bajado. Ni bajo.
En 3 horas recorrimos 50 kilómetros. Era una cosa totalmente surreal. Nadie se movía. Los carros no avanzaban. Decidimos entonces con Rodri que si para las 10 de la noche no íbamos a mitad de camino, buscaríamos un hotel y dormiríamos un rato. Sin embargo, y aunque a las 10 de la noche estábamos muy lejos de la mitad del camino nunca buscamos el hotel. La verdad ahora que lo pienso no sé muy bien porqué. Él tenía que trabajar hoy (para ser exactos mientras yo estoy en pijama escribiéndoles muy cansada, él está en su oficina como un zombie fingiendo trabajar) y como que nunca paramos. La verdad jamás había estado en un trancón así. Eran miles de carros. Para fortuna mía Rodri tiene un radio satelital muy play que nos permitió oír muchas emisoras. De lo contrario yo a las 5 horas de oír Héroes del silencio, Dream theater y otros grupos de rock mexicano que no conozco me hubiera chiflado. Y seguíamos ahí. Las horas pasaban y nosotros seguíamos en la carretera.
En Colombia podremos estar muy atrasados, destrozados por la guerra y todo lo que quieran pero por lo menos se nos ha ocurrido la idea de la operación retorno. Aquí en la carretera había camiones, tractomulas, buses y un carril de vuelta totalmente desocupado. Una cosa de locos. En algún momento empecé a sentirme en un cuento de García Márquez donde no pasa nada. Las horas pasaban y nada. Avanzando de a metro. Y nada. Con Rodri hablamos, nos reimos, cantamos, discutimos, hicimos confesiones vergonzosas, nos turnamos la manejada (debo aceptar que sin mucho éxito. Yo odio manejar carros ajenos y más cuando es de noche, en carretera y en un carro automático. Extrañé el mío manual con el alma! Y creo hice un poco el oso…) jugamos y nada. Ahí seguíamos. Como en el video de REM, Everybody hurts solo que en vez de durar 5 minutos duramos una eternidad. (http://www.youtube.com/watch?v=ioAQTwc8Oas). Y cuando el tráfico empezó a desaparecerse (todavía me preguntó a donde se fueron la mayoría de los carros), y nosotros nos ilusionamos con acelerar a fondo… apareció la niebla. Y entonces estuvimos de vuelta manejando a 20 km/hora.
Para resumirles la historia y no hacerla tan larga como el trancón, recorrimos 280 kilómetros en 11 horas!! ONCE! No estoy diciendo mentiras. Llegué a mi casa después de las 3 y media de la mañana. El próximo año juro que o me voy en avión o no salgo ni a la puerta de mi casa. Volver al df es imposible.
Eso sí quiero aclarar, que a pesar de todo, Rodri es un excelente compañero de viaje… sino hubiera sido con él, la cosa hubiera sido terrible. Afortunadamente tenemos una capacidad de hablar impresionante y no nos enloquecimos más de la cuenta. Claramente prefiero ir a un café, a cenar o al dentista antes que volver a subirme en un carro para estar 11 horas en un trancón.

domingo, 16 de marzo de 2008

Concierto por la paz sin fronteras


¿Cómo escribe uno sobre el concierto que está ocurriendo en este momento en la frontera entre Colombia y Venezuela sin caer en los clichés de siempre? ¿Cómo evitar hablar de patriotismos y no caer en las frases ya escritas por todos? Es difícil. Y los lugares comunes, son comunes porque es fácil llegar a ellos. Así que intentaré no hacerlo, pero si lo hago, discúlpenme desde ya.

Juanes, Miguel Bosé, Carlos Vives, Alejandro Sanz, Ricardo Montaner, Juan Luis Guerra y otros. Ahí, en ese puente que pareciera se va a caer. En medio de dos países. Cantando. Que emocionante. Colombia, Venezuela, Ecuador. Los nombres de los países los repiten los artistas una y otra vez. Y una y otra vez son ovacionados por los asistentes.

Y yo… aquí, en mi casa en México estoy viendo el concierto. Con la piel de gallina. Oigo los vallenatos de Carlos Vives y quiero bailar. Me siento de nuevo en casa. Extraño Colombia más que nunca. Y no dejo de pensar en lo grande que es Juanes. Qué gran tipo! Qué calidad humana. Organizar un concierto cuando los países estaban a punto de entrar en guerra fue una maravillosa idea, mantener el concierto una vez solucionada la crisis diplomática, es un golpe de inteligencia increíble. Es reforzar la idea de una hermandad que va por encima de la política. Finalmente, si algo he comprobado estando en México, es que nuestros países tienen más en común de lo que nos gusta aceptar. La historia en común nos hace similares. Pero esa es una realidad difícil de ver cuando se habla en términos de política exterior, macro-economía, tratados internacionales, etc. Y todos estamos debajo de Estados Unidos. Y eso nos distingue a todos así para cada uno sea distinto.




Sigo oyendo el concierto. Canta Alejandro Sanz. La gente baila y yo pienso en lo grande que es internet. Sin querer sonar a comercial, Yahoo! tuvo una gran idea al transmitir el concierto en vivo. Y no puedo dejar de agradecerlo. Somos muchos más los que estamos viendo / oyendo el concierto a través de emisoras de radio o canales de internet (y es importante notar que se calcula que en la frontera hay más de 50 mil personas oyendo el concierto). Al final del día, el internet si es el nuevo y gran espacio para que los ciudadanos nos comuniquemos, discutamos e interactuemos. Actualmente hago un trabajo sobre Facebook como mecanismo para el desahogo de las tensiones políticas. Y he pasado tanto tiempo viendo la polarización y el odio que existe en esta red social, que ver esta transmisión cibernética, me devuelve la esperanza. El internet sirve para algo más que la promoción del odio y la intolerancia.




En su página, Yahoo! México pregunta si el concierto servirá para contribuir a la paz. Es difícil medir en términos cuantitativos la “utilidad” del concierto. Pero es que medir la paz y los cambios de las personas es difícil. A mí me parece que el mensaje es lo que importa. Y el mensaje es claro. Estamos unidos. Rechazamos la guerra. No queremos más guerra. No queremos más tensión. Y la política está en otra parte. Por eso Uribe no fue bien recibido. Porque es un concierto neutral. Y el mensaje, gracias al internet se oirá en todas partes. La noticia se difundirá. Los que estamos lejos de ese puente, nos sentiremos cerca.




Quiero terminar esta entrada volviendo a expresar mi profunda admiración por Juanes. Ya había visto su compartimiento en un concierto para soldados colombianos. Había visto como se entrega a la gente. Como cree en el país. Pero ver esto… esto emociona y me devuelve la esperanza en la gente.

Para ver el concierto:
http://cosmos.bcst.yahoo.com/up/player/popup/?rn=3365399&cl=6964934&ch=&src=ymexico&lang=es-mex

Y para una buena entrevista con Juanes: http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=110211


Las fotografías son de http://www.eltiempo.com/

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