lunes, 19 de mayo de 2008

El derecho a decidir: Reflexiones sobre el aborto.


Hace una semana fui a ver 4 meses, 3 semanas, 2 días. A causa de los finales no había podido escribir al respecto. La película causó una profunda impresión en mí. Es increíblemente dura y uno termina con la sensación de que no vale la pena ser parte de esto que llamamos Humanidad.

Sé que el tema del aborto es controversial y complejo. En Colombia hace dos años lo despenalizaron para casos muy específicos: violación, malformación del feto incompatibles con la existencia y riesgo para la vida y la salud de la madre. Sin embargo, se calcula que sólo se han realizado de forma legal 40. De forma clandestina se han practicado unos 300 mil. Por qué las mujeres prefieren ir a hacerlo a escondidas? Por qué el Estado no ha hecho cumplir la ley. Y por qué claramente hay muchas mujeres sanas, no violadas, con fetos sanos que no quieren ser mamás. Y a esas, la ley las ignora.


Las Entidades Prestadoras de Salud (EPS) se niegan a obligar a los médicos a practicar los abortos. Los hospitales religiosos se niegan a hacerlo. Las tutelas fallan a favor de las mujeres cuando éstas ya son madres. La puesta en práctica de la ley, ha sido un rotundo fracaso.

Fueron necesarios dos años de incumplimiento de la ley para que la Corte Constitucional le ordenará a un juez administrativo que establezca de cuánto serán la indemnización que una niña de 13 años deberá recibir porque su EPS, Coomeva, no la atendió. Tampoco la quisieron atender los médicos del Hospital Universitario Erasmo Meoz, de Cúcuta. Alegaron objeción de conciencia para no realizar el aborto. Aparentemente en Colombia, los hospitales y las compañías pueden tener conciencia. Y aparentemente, esa conciencia les dice que está bien que una niña de 13 años sea madre. Una niña de trece años víctima de abuso sexual. Una niña de trece años a quien contagiaron con una enfermedad de transmisión sexual mientras la embarazaban y violaban. Con el fallo de la Corte, se establece que la objeción de conciencia es un derecho que sólo tienen las personas naturales (no las empresas). Pero cuántas tuvieron que llevar a término su embarazo porque su entidad prestadora de salud (ojo al nombre) no las quiso atender? Y ahora esta niña, de trece años, violada y con una enfermedad venérea es madre.

Aquí en Ciudad de México, la cosa es distinta. El aborto está despenalizado durante las primeras 12 semanas de gestación. Los diputados que votaron a favor de la ley, se ganaron la excomunión de la Iglesia católica y el rechazo de cientos de personas. Hasta el presidente Calderón se pronunció en contra. Aún así, la ley fue aprobada y se pasó de permitir el aborto sólo en casos de violación, malformación del feto, riesgos para la vida de la mujer o inseminación artificial sin consentimiento de la mujer, a legalizar su práctica, por cualquier razón que la mujer tenga, incluso siendo de índole económica o social. Durante el primer año de vigencia de la ley, se practicaron unos 7.800 abortos en la ciudad.

Mi posición respecto al aborto es clara. Creo que como ser humano tengo todo el derecho a decidir qué pasa en mí cuerpo. No es feminismo. Es independencia. Me parece absolutamente respetable que la Iglesia católica se pronuncie en contra; finalmente tienen todo el derecho de hacerlo. Lo que no creo, es que tengan el derecho de decidir qué pasa en las vidas de mujeres que no son católicas como yo. O que incluso siendo católicas toman la decisión de abortar. Y hay que ser honestos, en países con una tradición religiosa tan fuerte, como pueden ser Colombia o México, lo que digan los curas sigue siendo una fuerza política. El estado, tanto en México como en Colombia, es laico. Hace años que decidimos que por un lado iba la vida espiritual y por el otro la política. Entonces la responsabilidad de los estados es con sus ciudadanos, independientemente de las preferencias religiosas que estos tengan.

Una niña de trece años contagiada durante una violación y embarazada tiene derecho a decidir que quiere abortar. Pero también una mujer de 25 que tuvo sexo casual. O la de 30 a la que le falló su método anticonceptivo. Son sus vidas. Y no pueden seguir estando obligadas a abortar en sitios clandestinos, arriesgando sus vidas. 4 meses, 3 semanas, 2 días muestra eso. La mujer que quiere abortar no revela las razones para hacerlo. Se pueden aducir razones políticas, económicas o sociales. Pero son inferencias que uno hace como espectador. Eso no importa. Lo que importa es que ella quiere abortar y como el estado no se lo permite, termina haciéndolo en un cuarto de hotel, en las peores circunstancias posibles. Abandonada. Sola. Sin esperanza.

Sé que hay millones de personas en el mundo en contra del aborto. Tuve un novio católico hasta la médula, que consideraba que no había escenario posible para que una mujer abortara. Alguna vez discutimos el caso de una niña a la que el padrastro había violado y embarazado. La niña tenía 9 años y lo más probable es que muriera durante el embarazo o dando a luz. Su cuerpo no lo resistiría. Y ni hablemos de la parte psicológica. Aquel novio insistía en que era pecado abortar. Que ella no tenía derecho a hacerlo. Y como él hay miles. Y creo que tienen derecho a pensar lo que quieran. Finalmente de eso se trata la libertad y la libertad de expresión. De que haya personas que piensen lo que a mí me parece increíblemente intolerante y absurdo y puedan decirlo sin miedo. En lo que no creo es que esas personas, tengan el derecho a imponer su posición.

La despenalización del aborto en ningún caso obliga a las personas a hacerse un aborto. Simplemente les da una opción. Les dice, si usted quiere, ya no tiene que meterse una botella para forzar la salida del feto, ya no tiene que ir a una clínica clandestina arriesgándose a que la violen, ya no tiene que poner en riesgo su vida. Hágalo de forma segura. Por eso el fracaso de la implementación de la ley en Colombia es tan grave. Porque le quita el derecho, ya ganado legalmente, a miles de mujeres de decidir. Y eso, la posibilidad de decidir sobre la vida de cada uno, es la base de cualquier democracia.



1 comentario:

ser7620 dijo...

Hola, tengo el gusto de conocer Colombia, he viajado dos veces ahí, y me ha gustado muchísimo. Y sé cómo es la presencia de la iglesia católica en esa nación, que aunque en sus leyes se declara laica, de facto la iglesia tiene una relevancia que invade de forma grosera las decisiones personales de los ciudadanos, incluyendo, la de aquellos que no son católicos.

Estoy completamente de acuerdo con tu postura. Y espero, que algún día, se pueda adoptar un marco legal en la nación cafetalera parecido al de la capital mexicana. De ahí la importancia de la lucha por el estado laico. Un saludo grande parce, y por último, leí un poco sobre lo que dice de la comida mexicana... y no es que los mexicanos tengamos las papilas gustativas anestesiadas, sino que nos bien-acostumbramos al picante (tradición milenaria de los mexicanos). Claro, todo con medida, y nada con exceso. Saludos.

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