*** Antes de iniciar esta entrada quiero aclarar que seguramente para aquellos fanáticos del fútbol este texto será un poco ingenuo y obvio… pero fue la primera vez que fui a fútbol y como en toda primera vez, hubo inocencia e ingenuidad.
Yo nunca he sido futbolística. No sé nada de ese deporte. Puedo nombrar máximo 5 futbolistas colombianos, 5 de los cuales fueron glorias de los 90. Aparte de Beckham no conozco futbolistas internacionales… y llevo toda la tarde tratando de acordarme del famoso que pegó un cabezaso a otro en el mundial pasado. Mi papá no es el ser más intenso con el tema y hasta hace unos años no éramos muy cercanos, no tengo hermanos y no he tenido novios aficionados al tema. Lo único que tengo es dos mejores amigos profundamente intensos con el fútbol. Sin embargo, ellos siempre me han querido sabiendo que para mí el tema se reduce a 11 tarados (perdón 22), peleándose por un balón. Y luego de unos pocos intentos, asumieron que si me querían, me querían siendo ignorante en el tema. Se resignaron a dejar ese tema a un lado.
Pero ahora está de visita aquí en México uno de ellos. Y yo estoy feliz de que este aquí. Tan feliz, que hasta fui a fútbol con él. Eso sí, Pollo (mi mejor amigo) compró los boletos. Tampoco voy a pagar por eso. Debo aceptar, que en mi estancia en México, me he abierto un poco al tema, he hecho amigos que me han acercado al fútbol… pero esto ya fue el máximo acercamiento.
Fuimos a ver el partido del América vs. Liga Universitaria de Quito de la copa Libertadores. Dado que era un encuentro muy importante los boletos estaban agotados. Ayer entonces fuimos al estadio y buscamos al revendedor con menos pinta de fraudulento que encontramos y por 3 veces más de lo que costaba, compramos las entradas.
La verdad es que mi ignorancia en el tema era tanta que ni siquiera viviendo a 3 cuadras del estadio yo había investigado que se vende en los puestos cercanos. Y la verdad me divertí mucho. El estadio azteca es del América, un equipo de amarillo intenso e hinchas furibundos. Por tanto todo lo que venden es amarillo y furibundo. Hace poco este equipo le ganó a uno de Brazil, razón por la cual hay camisetas con letreros estilo: Muere Brazil. Otro de los enemigos del América son los pumas y entonces hay letreros como: Me pareció ver a un puto gatito. El animal del América es el águila, razón por la cuál a la entrada del estadio uno puede tomarse fotos con estos animales. A mí me encantó la idea.
Y uno camina por este mar amarillo que parece desierto. Pareciera que todas las personas tienen algo amarillo puesto. Entonces para mimetizarnos un poco y con la idea de evitar ser asesinados por los hinchas, Pollo me compró unas antenitas del América. Debo aceptar que a mí me encanta usar antenitas y si fuera bien visto socialmente, siempre tendrías unas puestas.
Luego de todo esto entramos al estadio. Aunque El Azteca no es el más grande del mundo, si es inmenso. Nosotros llegamos temprano y pudimos ver como se llenaba lentamente. Cuando íbamos a entrar a nuestra tribuna, una policía nos miró de arriba abajo, nos preguntó si realmente éramos del América y al oír nuestra respuesta de somos colombianos y queremos ver fútbol, nos dijo escandalizada “no no no, ustedes se van por este otro lado”. Hicimos la cola que nos indicó y cuando el policía trató de decirnos que no era por ahí, la señora le dijo: son extranjeros y no son americanistas. Y el policía con cara de susto nos metió a esta otra tribuna. Terminamos por algún motivo en la parte donde estaban los hinchas de Ecuador. Según le dijeron a Pollo era lo más seguro para nosotros. Estuvimos rodeados permanentemente por policías con cascos y escudos antimotines. Los cuales claramente no me hicieron sentir más segura.
Y es que es extraño estar del lado que todo un estadio mira feo. Y por mira feo entiéndase que cuando la Liga metió gol nos tiraron botellas de plástico, cajas de pizza vacías, agua y otros objetos no identificados. Pero lo más extraño fue que cuando el América metió su gol, nos lanzaron aún más cosas y con más furia. Pollo en ese momento se asustó porque nos empezaron a tirar monedas y afortunadamente fue lo suficientemente inteligente para no comentar esto hasta que estuvimos fuera del estadio.
La verdad creo que el fútbol para muchos de los que me rodeaban es una forma de terapia colectiva. Gritan, insultan, se ríen, se asustan y se abrazan. No sé si es más barato que un psicólogo pero creo que puede ser tan efectivo. Yo acepto que me divertí. Bailé, canté, grité. No sufrí ni me desesperé. Pero el gol metido por la Liga me hizo emocionar y el del América no me produjo nada.
Pero el susto si fue grande. Además de los objetos lanzados hacia donde yo estaba, pude ver como un engendro humano (porque eso no califica como simple humano), se quitaba la camiseta, subía las escaleras corriendo hacia nosotros y al encontrar una reja se trepaba en ella y empezaba a escupir. Y a gritar. Y a maldecir. Y de nuevo a escupir. Creo que la idea de vender cerveza dentro del estadio no es tan sabia. Aunque estoy segura que este personaje haría lo mismo con o sin cerveza.
Tras el gol de la Liga, el ambiente se tensionó a un nivel espantoso. Como ya dije estábamos rodeados por policías pero teníamos a un estadio de 100.000 personas en contra nuestra. Para prevenir cosas en las que no voy a pensar, nos sacaron 10 minutos antes de que se acabara el partido. 10 minutos que yo creo son los que uno quiere ver porque ahí es donde se acaba el juego. Pero yo no me iba a arriesgar. Y las personas que estaban con nosotros a pesar de que habían sufrido y disfrutado cada minuto del partido, no tuvieron problema en salirse antes. Finalmente todos tenemos instinto de preservación (y algunos chichones en la cabeza por las botellas que nos aventaron). Salimos en un cuadrado rodeado de policías, primero despacito y cuando ya nos acercábamos a la salida, corriendo. Fue muy extraño y miedoso correr entre tantos hinchas. Con los gritos de Puto y Culero en nuestras espaldas.
La verdad debo decir que el fútbol sigue sin gustarme. Pero me divertí como nunca. El espectáculo es absolutamente increíble. Los gritos, la comida chatarra, el mugre, las canciones, los insultos, los insultos cantados. La emoción de la gente. Y aunque no voy a negar que me asusté mucho y siempre tuve miedo que los americanistas derrumbaran a los antimotines y me cayeran encima, si volvería a ver otro partido. Siempre y cuando, sea igual de lleno, igual de apasionado y de emotivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario