miércoles, 26 de marzo de 2008

Pensando en Gandhi.

El lunes pasado vimos en mi clase de Liderazgo y ética, la película de 1982, Gandhi. Esa noche volví a casa con una mezcla de tristeza, nostalgia y ganas de tomar el primer vuelo a India. Para aquellos que no saben, hace unos años viví y viajé por India. Y me enamoré profundamente de ese país. Fue de las épocas más hermosas de mi vida. También fue una época donde vi lo peor y lo mejor de la humanidad. La pobreza más absurda y la riqueza más surreal.




Es extraño. Vi una película que narra eventos de hace más de 50 años. Sin embargo, muchas de las cosas contra las que Gandhi luchó, siguen existiendo. Esa escena en la que el Mahatma llega por primera vez a India y ve a la gente en la calle, pidiendo limosnas, desnutridos, sucios, etc… esa escena la vi todos los días. Y llegó el punto en que en un intento por protegerme emocionalmente dejé de ver la pobreza. Logré no pensar en eso, no pensar donde los niños que en la esquina de mi casa que cada mañana me pedían dinero, dormirían en invierno; aprendí a mirar a un lado cuando veía a los ancianos tratar de taparse con trapos… Suena duro. Suena horrible. Fue horrible. Pero luego de tantos días de llorar y angustiarme… tocaba encontrar la forma de sobrevivir emocionalmente a la situación. Sin embargo, no es algo de lo que me sienta orgullosa.




El punto y lo que me impresionó es la certeza de cómo las cosas no han cambiado desde Gandhi. Nos sentimos orgullosos como humanidad de que personas como él existan, en una clase en México, muchos años más tarde, se analiza su caso como ejemplo de liderazgo y ética. Y aunque logró que en la ley los intocables y las castas desaparecieran… en la práctica ahí siguen. Varios ejemplos de esto:



Al llegar a Calcuta, me quedé en la casa de una familia hinduista increíblemente tradicional. Ellos eran acomodados y tenían varios empleados. Uno de ellos, quién era el último en acostarse y el primero en levantarse era un joven de unos 18 años. Por las noches, no tenía un cuarto para dormir. Simplemente se acostaba en la sala de la casa, con una cobija, sin almohada y dormía unas horas. Sin privacidad, sin intimidad, sin nada. Todo porque era menos. Y nadie cuestionaba esto. A nadie le parecía raro.



Otro ejemplo. En la casa donde vivíamos en Delhi, teníamos una empleada. Ella limpiaba y arreglaba. Sin embargo, ni lavaba los baños ni sacaba la basura. Eso lo hacía otra persona. Un día le pedimos que sacara la basura. Dejo de ir a trabajar una semana. Indignada. Molesta. Furiosa. La habíamos ofendido al pedirle que realizara un trabajo que lo debía hacer una casta inferior.



El último ejemplo. En el colegio donde trabajaba como profesora de inglés, se encontraba en construcción. En India, los obreros viven junto con sus familias en las obras que realizan. Llegan al inicio de la obra, con los desechos de la construcción hacen rústicas casas y se quedan allí hasta que el trabajo se termina. Alguien, es el dueño de estas personas, decide qué hacen, por cuánto tiempo y en dónde. Sobra decir, que los índices de mortalidad, enfermedades respiratorias y padecimientos relacionados con la suciedad en estas personas, son altísimos. Cuando los niños aprenden a caminar, empiezan a trabajar. Jugando mueven ladrillos, arrastran materiales y se ganan su pan diario. Sobra decir, no van a la escuela, no tienen acceso a la salud ni tienen derecho a la diversión. Para mí era extremadamente doloroso dar clase a unos niños cuando había otros, afuera del salón, cargando ladrillos a sus 4 años. Pero nadie más lo notaba. Para nadie más resultaba conflictivo o doloroso. Un día le pedí permiso a la directora del colegio para tomarles fotografías a estas familias, ella me miró con extrañeza y me preguntó cuáles familias. Me tocó mostrárselas. Llevarla hasta donde estaban. Y cuando las vio se limitó a decir despreocupadamente Ah! Es que ni los había visto.



Y eso es lo que pasa. Que ni los ven. Son millones de personas que nadie ve. Como son de otra casta, como son inferiores, simplemente no son vistos. No existen. Y la lucha de Gandhi… todavía tiene que ser luchada por alguien. Por muchos. Por todos.




No quiero decir que lo que hizo Gandhi fue poco. Por el contrario. Fue enorme. Y masivo. Y logró lo imposible. Y lo hizo por el camino menos transitado. Transformó la forma en que se logran los objetivos. Ideó una forma pacífica y alternativa de combatir a los grandes enemigos. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en lo duro que le daría caminar por las calles de Bombay y ver que la pobreza, la diferencia, el rechazo y la ignorancia se mantienen.

lunes, 24 de marzo de 2008

De El Tajín, un concierto y un trancón surrealista...







Esta semana decidí no hacer mucho. La verdad la universidad ha estado tan pesada que necesitaba unos días para descansar a fondo y relajarme. El lunes celebré el día de san patricio con una amiga en un pub buenísimo. El martes fui con ella a Tepoztlán y Cuernavaca. Estuvimos delicioso y el resto de los días los dediqué a descansar y disfrutar de mi casa. Todo iba según el plan hasta que el sábado Rodri, me llamó a invitarme de paseo. Yo como siempre sin pensarlo ni preguntar muchas cosas le dije que si. Anoté en un papel el nombre del lugar al que debía llegar, me bañé y salí corriendo. La idea era ir a Poza Rica donde habría un concierto de Café Tacuba. 5 horas de viaje. Nada muy lejos y por el contrario muy divertido.
El bus se tomó una hora menos en llegar y me encontré con Rodri quién estaba con sus primos y unos amigos. 5 niños y yo. Una vez en el calor de Poza Rica, Rodri procedió a contarme que iríamos al Tajín que queda como a 20 minutos donde se haría el concierto por la noche. Cocinamos una carne deliciosa en un potrero y nos fuimos al concierto. El Tajín es un lugar arqueológico donde en semana santa realizan un festival de identidad con bailes, ventas, comida y claro, conciertos. Como queda lejos de todo, los organizadores alquilan casas de campaña (carpas) con camas y sábanas incluidas. Elegantísimo. Rodri me aseguró que como yo alguna vez le conté que había estado dispuesta a dormir en un cajero automática en una noche larga en Barcelona, ni se le ocurrió comentarme los detalles del paseo. A mi me encantó la idea.
Fue divertido ver a Café Tacuba, recordé mi adolescencia cuando bailaba y cantaba sus canciones, pero debo aceptar que les he perdido un poco la pista y no conocía la mitad de sus canciones. Una vez se acabó el concierto, fuimos a nuestra casa de campaña muy elegante y dormimos.
Nos levantamos temprano y nos fuimos a ver las pirámides del Tajín. Yo que de chiquita quería ser egiptóloga (yo sé… era una niña rara) amo cualquier cosa que se llame pirámide. En el Tajín están los restos de la civilización de los Totonacas que habitaban Veracruz, Puebla y Tabasco. Lo que queda en la actualidad es las construcciones del mercado, el juego de la pelota, los lugares donde hacían los sacrificios humanos y una cantidad enorme de muros y paredes que a mí me parecieron encantadores. Lo único que no me gustó es que uno no se puede subir a las pirámides. Pero el solo hecho de estar allí ya me pareció increíble. Rodri me contó que las piedras para construir todo las traían de los alrededores pero como los indígenas no tenían bestias les tocaba a los esclavos. Es que no tenían ni vacas, ni caballos, ni burros ni nada. A duras penas unas cabras que evidentemente no arrastran nada.
La pirámide que más me gustó es la de los nichos, la cual como su nombre lo indica es una construcción de 6 pisos, llena de nichos de 18 cm de alto. Se cree que originalmente había 365 nichos, por lo que se considera era usada como calendario.
A la salida del parque, pudimos ver a los Voladores. Yo nunca había visto algo así y me encantó. Son 4 tipos vestidos con trajes típicos que se suben a un palo de 30 metros de alto y se amarran. Luego otro personaje se sube, se para en la punta del palo y empieza a bailar y a tocar una flauta llamada chirimía. Cuando deja de tocar, los cuatro personajes se lanzan de espaldas y de cabeza al aire. Y empiezan a dar vueltas. Muy despacio. Giran y giran con la cabeza hacia abajo y los brazos estirados mientras van descendiendo. Como hacen para no darse contra el palo es algo que no sé y que les quedo debiendo. Finalmente cuando ya se acercan al suelo ponen una mano en el piso y se dan vuelta. Este ritual se supone tiene todo tipo de significados. Se supone sirve como rito de fertilidad para atraer al sol y la lluvia. Además, cada volador le da 13 vueltas al palo, para un gran total de 52 vueltas (y mucho mareo). 52 no sólo son las semanas del año, sino es un número muy especial en las culturas pre-hispánicas. Cada 52 años se suponía se marcaba el fin de una especie de era donde podía o no volver a salir el sol. Entonces se apagaban todas las luces de la ciudad y los sacerdotes hacían toda clase de rituales y de sacrificios (les encantaban los sacrificios humanos) para convencer al sol de volver a salir.
El cuento de los sacrificios a mi me da un poco de impresión. Pero esta era una cultura donde la vida no era tan importante. La muerte era lo que importaba y más que eso, como se muriera. De eso dependía a qué cielo se iba. La mejor forma de morir era en la guerra pero ser sacrificado también tenía mucho valor. Según Rodri, por eso muchos viejitos se animaban al tema. Otra buena forma de morir como mujer (que estaban jodidas porque no podían morir en la guerra) era dando a luz a un guerrero (nadie me supo explicar qué pasaba si moría dando a luz a una niña). Total lo peor que a uno le podía pasar era morirse de viejito o caerse y morirse.
Una vez terminamos de ver pirámides y personajes con deseo de ser pájaros, decidimos ir a almorzar. La idea con Rodri era comer, dar una vuelta por Poza Rica y luego volver al DF. El restaurante elegido era sobre la carretera para volver a la ciudad. Sin embargo, no alcanzan a imaginarse el trancón. En más de una hora recorrimos MENOS de un kilómetro. Cansados, aburridos y con MUCHA hambre decidimos dar vuelta y buscar un restaurante en Poza Rica. Con Rodri pensamos que lo mejor era hacer tiempito y arrancar a las 5 cuando ya hubiera bajado el trancón. Nos despedimos de los primos y fuimos a almorzar. Y tal como lo planeamos a las 5 volvimos a tomar la carretera. Pero el trancón no había bajado. Ni bajo.
En 3 horas recorrimos 50 kilómetros. Era una cosa totalmente surreal. Nadie se movía. Los carros no avanzaban. Decidimos entonces con Rodri que si para las 10 de la noche no íbamos a mitad de camino, buscaríamos un hotel y dormiríamos un rato. Sin embargo, y aunque a las 10 de la noche estábamos muy lejos de la mitad del camino nunca buscamos el hotel. La verdad ahora que lo pienso no sé muy bien porqué. Él tenía que trabajar hoy (para ser exactos mientras yo estoy en pijama escribiéndoles muy cansada, él está en su oficina como un zombie fingiendo trabajar) y como que nunca paramos. La verdad jamás había estado en un trancón así. Eran miles de carros. Para fortuna mía Rodri tiene un radio satelital muy play que nos permitió oír muchas emisoras. De lo contrario yo a las 5 horas de oír Héroes del silencio, Dream theater y otros grupos de rock mexicano que no conozco me hubiera chiflado. Y seguíamos ahí. Las horas pasaban y nosotros seguíamos en la carretera.
En Colombia podremos estar muy atrasados, destrozados por la guerra y todo lo que quieran pero por lo menos se nos ha ocurrido la idea de la operación retorno. Aquí en la carretera había camiones, tractomulas, buses y un carril de vuelta totalmente desocupado. Una cosa de locos. En algún momento empecé a sentirme en un cuento de García Márquez donde no pasa nada. Las horas pasaban y nada. Avanzando de a metro. Y nada. Con Rodri hablamos, nos reimos, cantamos, discutimos, hicimos confesiones vergonzosas, nos turnamos la manejada (debo aceptar que sin mucho éxito. Yo odio manejar carros ajenos y más cuando es de noche, en carretera y en un carro automático. Extrañé el mío manual con el alma! Y creo hice un poco el oso…) jugamos y nada. Ahí seguíamos. Como en el video de REM, Everybody hurts solo que en vez de durar 5 minutos duramos una eternidad. (http://www.youtube.com/watch?v=ioAQTwc8Oas). Y cuando el tráfico empezó a desaparecerse (todavía me preguntó a donde se fueron la mayoría de los carros), y nosotros nos ilusionamos con acelerar a fondo… apareció la niebla. Y entonces estuvimos de vuelta manejando a 20 km/hora.
Para resumirles la historia y no hacerla tan larga como el trancón, recorrimos 280 kilómetros en 11 horas!! ONCE! No estoy diciendo mentiras. Llegué a mi casa después de las 3 y media de la mañana. El próximo año juro que o me voy en avión o no salgo ni a la puerta de mi casa. Volver al df es imposible.
Eso sí quiero aclarar, que a pesar de todo, Rodri es un excelente compañero de viaje… sino hubiera sido con él, la cosa hubiera sido terrible. Afortunadamente tenemos una capacidad de hablar impresionante y no nos enloquecimos más de la cuenta. Claramente prefiero ir a un café, a cenar o al dentista antes que volver a subirme en un carro para estar 11 horas en un trancón.

domingo, 16 de marzo de 2008

Concierto por la paz sin fronteras


¿Cómo escribe uno sobre el concierto que está ocurriendo en este momento en la frontera entre Colombia y Venezuela sin caer en los clichés de siempre? ¿Cómo evitar hablar de patriotismos y no caer en las frases ya escritas por todos? Es difícil. Y los lugares comunes, son comunes porque es fácil llegar a ellos. Así que intentaré no hacerlo, pero si lo hago, discúlpenme desde ya.

Juanes, Miguel Bosé, Carlos Vives, Alejandro Sanz, Ricardo Montaner, Juan Luis Guerra y otros. Ahí, en ese puente que pareciera se va a caer. En medio de dos países. Cantando. Que emocionante. Colombia, Venezuela, Ecuador. Los nombres de los países los repiten los artistas una y otra vez. Y una y otra vez son ovacionados por los asistentes.

Y yo… aquí, en mi casa en México estoy viendo el concierto. Con la piel de gallina. Oigo los vallenatos de Carlos Vives y quiero bailar. Me siento de nuevo en casa. Extraño Colombia más que nunca. Y no dejo de pensar en lo grande que es Juanes. Qué gran tipo! Qué calidad humana. Organizar un concierto cuando los países estaban a punto de entrar en guerra fue una maravillosa idea, mantener el concierto una vez solucionada la crisis diplomática, es un golpe de inteligencia increíble. Es reforzar la idea de una hermandad que va por encima de la política. Finalmente, si algo he comprobado estando en México, es que nuestros países tienen más en común de lo que nos gusta aceptar. La historia en común nos hace similares. Pero esa es una realidad difícil de ver cuando se habla en términos de política exterior, macro-economía, tratados internacionales, etc. Y todos estamos debajo de Estados Unidos. Y eso nos distingue a todos así para cada uno sea distinto.




Sigo oyendo el concierto. Canta Alejandro Sanz. La gente baila y yo pienso en lo grande que es internet. Sin querer sonar a comercial, Yahoo! tuvo una gran idea al transmitir el concierto en vivo. Y no puedo dejar de agradecerlo. Somos muchos más los que estamos viendo / oyendo el concierto a través de emisoras de radio o canales de internet (y es importante notar que se calcula que en la frontera hay más de 50 mil personas oyendo el concierto). Al final del día, el internet si es el nuevo y gran espacio para que los ciudadanos nos comuniquemos, discutamos e interactuemos. Actualmente hago un trabajo sobre Facebook como mecanismo para el desahogo de las tensiones políticas. Y he pasado tanto tiempo viendo la polarización y el odio que existe en esta red social, que ver esta transmisión cibernética, me devuelve la esperanza. El internet sirve para algo más que la promoción del odio y la intolerancia.




En su página, Yahoo! México pregunta si el concierto servirá para contribuir a la paz. Es difícil medir en términos cuantitativos la “utilidad” del concierto. Pero es que medir la paz y los cambios de las personas es difícil. A mí me parece que el mensaje es lo que importa. Y el mensaje es claro. Estamos unidos. Rechazamos la guerra. No queremos más guerra. No queremos más tensión. Y la política está en otra parte. Por eso Uribe no fue bien recibido. Porque es un concierto neutral. Y el mensaje, gracias al internet se oirá en todas partes. La noticia se difundirá. Los que estamos lejos de ese puente, nos sentiremos cerca.




Quiero terminar esta entrada volviendo a expresar mi profunda admiración por Juanes. Ya había visto su compartimiento en un concierto para soldados colombianos. Había visto como se entrega a la gente. Como cree en el país. Pero ver esto… esto emociona y me devuelve la esperanza en la gente.

Para ver el concierto:
http://cosmos.bcst.yahoo.com/up/player/popup/?rn=3365399&cl=6964934&ch=&src=ymexico&lang=es-mex

Y para una buena entrevista con Juanes: http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=110211


Las fotografías son de http://www.eltiempo.com/

sábado, 15 de marzo de 2008

Grandes pasos de bebé



En mi clase de Liderazgo y ética, he aprendido que un líder es aquella persona que se conoce a sí misma y conoce sus motivaciones. Creo, sin decir que soy una líder de nada, que después de tantos años de terapia, me conozco más o menos bien. La razón de mis motivaciones en la vida, es un poco más difícil de definir. Sin embargo, creo tener una idea acerca de esto. Pero creo que en la vida, conocerse, saber por qué se actúa de una forma, qué se desea e identificar los defectos que uno tiene, no es suficiente. No digo que sea poco, por el contrario, es muchísimo. Pero también se debe poder cambiar aquellas cosas que no son buenas de uno. No basta con saber que uno es terco, toca actuar sobre eso.



Y ahí es donde radica mi mayor problema. Sé, a grandes rasgos, muchas de mis debilidades. Pero actuar para cambiarlas, es sumamente complejo. Uno se acomoda en éstas. Yo por lo menos lo hago. Finalmente, esos defectos y debilidades mías, no me hacen la vida completamente infeliz. En general, vivo bien. Tengo una maravillosa familia, unos amigos absolutamente fantásticos y hago lo que quiero. Pero… en los últimos años, me he acomodado en la idea de no decir lo que siento. Y por esas palabras, me refiero a personas del otro sexo. Tiendo a encontrar excusas fantásticas para no expresar mis sentimientos y vivir cómodamente en el silencio. Eso sí… sin ser totalmente feliz. Y como dije en una entrada anterior, creo que mi mayor responsabilidad es la de ser tan feliz como se pueda. Pero no es fácil. Hoy di pequeños pasos en ese sentido. Y aunque ahora duele y duele mucho, en el fondo estoy tranquila. Siento que por encima de todo, por primera vez en años, actué respecto a lo que siento. Fui honesta conmigo misma. Creo que es un buen paso. Así en este momento tenga los ojos rojos de llorar, el corazón un tanto roto y un deseo inmenso de irme a mi casa a que mi mamá me abrace.



“All of the king's horses and all of the king's men
couldn't pull my heart back together again
all of the physicians and mathematicians too
failed to stop my heart from breaking in two”
Travis: "The Humpty Dumpty Love Song"

viernes, 14 de marzo de 2008


Cincuenta y cuatro años ha pasado el pueblo tibetano buscando su liberación del gobierno chino
Después de tener más de 6.000 monasterios, actualmente en el Tibet existen alrededor de 12 templos religiosos.


Invadido por el ejército chino en 1951, este pequeño país de los Himalayas donde la religión y el poder político siempre caminaron de la mano vive sojuzgado por un régimen para el cual los derechos humanos y las libertades individuales no tienen ningún valor. El Dalai Lama, su líder espiritual y político, ganó el Nobel de Paz en 1989, pero ni ese hecho ni las resoluciones de la ONU han conseguido liberarlo de la opresión.


Más de un millón 200 mil muertos, 6.254 monasterios destruidos y 100 mil hombres y mujeres recluidos en campos de trabajo obligatorio. Esta era la situación de Tíbet para 1977, según el informe presentado por tres misiones tibetanas enviadas por el Dalai Lama para verificar la situación real de su país. Desde entonces, no se ha hecho ningún reporte oficial. Los informes de aquellos tibetanos que logran escapar del gobierno de la República Popular China reportan que estas cifras crecen anualmente de manera exponencial.

En Occidente, el Tibet suele ser asociado con el Dalai Lama, el budismo, el actor Richard Gere y la película de Brad Pitt Siete años en el Tíbet, pero las cosas van más allá: la historia de este país, conocido como ‘el techo del mundo’ por sus colosales montañas, sobresale por su complejidad y controversia.

En un momento en el que se considera a China como la siguiente potencia mundial, vale la pena darle un espacio a las voces silenciadas. Hasta finales de la década de los cuarenta, el Tíbet se encontraba ubicado entre China e India. Sin embargo, en 1949, el Ejército de Liberación del Pueblo Chino, con el argumento de que lo estaba rescatando del feudalismo y de la explotación de la aristocracia, lo invadió y anexó a su territorio. El reporte oficial chino dice que fue un acto pacifista, no obstante el inmenso número de muertos.

A partir de ese momento, las versiones se dividen en dos, por una parte la que reporta de manera oficial el gobierno chino; y, por otra, la que denuncian los tibetanos. Hasta el día de hoy, no ha sido posible encontrar un punto en común entre las dos historias. Ante la invasión, los tibetanos vieron como única esperanza a la recién conformada ONU. Sin embargo, ésta desconocía totalmente el caso y no pudo hacer nada por ellos.

A través de los años, las Naciones Unidas han aprobado varias resoluciones solicitando respeto por los derechos humanos, por las libertades fundamentales e incluso por la libertad de determinación del pueblo tibetano, pero sin llegar nunca a reconocer su soberanía, razón por la cual, según el derecho internacional, el Tíbet es parte de China.

El Tíbet, en términos legales, perdió su independencia en 1951, cuando se firmó un acuerdo entre los dos países, el que afirmó que el país del Dalai Lama siempre había sido parte de China. Además, en este documento la potencia asiática se comprometió a respetar el sistema político existente, el estatus del Dalai Lama –guía espiritual y político del pueblo tibetano– y la libertad religiosa. Vale la pena resaltar que el acuerdo fue aprobado por una delegación tibetana enviada por el Dalai Lama con la única función de negociar, pero sin autoridad alguna para decidir. Incluso se ha llegado a decir que la comisión fue forzada a firmar dicho acuerdo.


Ante esta situación el líder tibetano buscó apoyo en el gobierno estadounidense, el cual, bajo el espíritu de la guerra fría, lo animó a declarar su total oposición y rechazo al régimen comunista, pero sin darle ninguna garantía de seguridad al pueblo tibetano. El Dalai Lama vio como única salida trabajar con China y, en consecuencia, ratificó el acuerdo y el Tíbet perdió su independencia.

Diez años más tarde, el Dalai Lama, atravesando a pie los Himalayas, huyó de la China y se refugió en India. Este hecho fue resultado de una invitación, por parte del ejército chino, para asistir a una obra de teatro sin su escolta personal o sus asesores, acción que fue interpretada como una amenaza a la seguridad del líder.

La huida ocasionó revueltas de los tibetanos en contra del gobierno chino en las que fueron arrestadas 4.000 personas, según el reporte del Ejército de Liberación del Pueblo. A partir de estos eventos, China inició una cruel persecución contra todo aquel que se considerara rebelde o enemigo de la ‘Madre Patria’, para así poder aniquilar lo que ellos denominaban, “los tres demonios del pasado”: el gobierno tibetano, los aristócratas y los monasterios. Cualquiera que se considerara enemigo era, y aún lo es, llevado a campos de trabajo forzado sin necesidad de un juicio o de procedimiento jurídico alguno. Allí es sometido a un proceso de reeducación a través del trabajo, el cual pretende reformar las ideas y todas aquellas actividades practicadas por los prisioneros que se consideren en contra del régimen comunista.

En consecuencia, estos campos se han convertido en fuentes prácticamente inagotables de una mano de obra extremadamente barata. En la actualidad, es prácticamente imposible encontrar cifras exactas, pero informes de la ONU aseguran que aproximadamente 300 mil personas se encuentran en estos campos, los cuales no pueden ser visitados por ningún tipo de organización internacional, ni siquiera la Cruz Roja.

Ex prisioneros han denunciado la práctica sistemática de los thamzing, sesiones durante las cuales los prisioneros son criticados, humillados públicamente y golpeados de manera salvaje. Uno de los aspectos más importantes de la cultura de Tíbet es la religión, y la vida diaria de cualesquiera de sus habitantes se centra en las prácticas religiosas, que tienen su base en los monasterios, lugares de preparación de los teólogos y especialistas en los rituales religiosos. En los monasterios se preservan los elementos más importantes de la cultura, incluyendo manuscritos, esculturas y pinturas y, además, son utilizados como sede de colegios y universidades.

Es tanta su importancia, que para las familias tibetanas es un honor enviar al menos a uno de sus hijos para que sea educado y alcance la realización religiosa. Tal vez por la importancia que los monasterios han tenido para los tibetanos, estos fueron uno de los principales blancos de China a la hora de destruir al Tíbet y a su cultura. En consecuencia, antes de la invasión existían más de seis mil monasterios donde vivían aproximadamente 600 mil personas y en la actualidad, aun cuando no existan cifras oficiales y los reportes de ex prisioneros y visitantes a la región no coincidan entre sí sobre el número de monasterios restantes, es claro que su número se ha reducido drásticamente, al punto que la página en Internet del Dalai Lama asegura que tan sólo quedan doce.

Al llegar a India, el Dalai Lama se estableció al norte del país, en Dharmsala, territorio cedido por el gobierno Indio. En éste se constituyó el Gobierno Democrático Tibetano en el exilio, donde se manejan los asuntos que conciernen a los más de 130 mil refugiados que han huido del régimen chino. Para impedir la destrucción total de la cultura del Tíbet se establecieron colegios en los que se enseña a los niños historia, cultura, arte y lenguaje tibetano, además de las materias básicas de cualquier institución escolar.

A su vez se han construido Centros para la preservación de las tradiciones tibetanas y nuevos monasterios que permiten revivir la educación religiosa. En Tíbet la situación es totalmente opuesta y los exiliados afirman que China hace lo posible por erradicar la influencia del Dalai Lama, espiando a los monjes y castigando brutalmente a quienes lo siguen. La persecución es tal, que se ha llegado a prohibir tener fotos del líder.


Existen reportes que denuncian que las mujeres tibetanas son forzadas en masa a tener abortos y a esterilizarse. Los tibetanos reciben un trato excluyente en aspectos como educación, trabajo y salario. Obviamente todo esto es rotundamente negado por el gobierno chino. En 1989, el Dalai Lama recibió el Nobel de la Paz por su esfuerzo por encontrar una solución pacífica a la liberación de Tíbet. No obstante, en China ni siquiera se discute el asunto y como país cada día adquiere más poder político y económico, lo cual hace que la lucha tibetana sea cada vez más compleja y tenga menos esperanzas de triunfar.



“Los opresores siempre negarán que son opresores. El sufrimiento está escrito en los valles y montañas de Tíbet. Cada aldea y cada monasterio tienen sus propias historias de la crueldad contra nuestro pueblo. Y el sufrimiento continuará hasta el día en que Tibet sea libre.”
Palden Gyatso, monje tibetano que pasó 33 años de su vida en un campo de trabajo forzado.



* Este artículo lo escribí en el 2005, fue publicado en la revista Credencial de Colombia. Dada la actual situación lo vuelvo a publicar aquí. Para más información sobre la situación, incluyo links sobre las noticias de la lucha tibetana.





Human Rigths Watch pide que China, India y Nepal permitan protestas tibetanas

miércoles, 12 de marzo de 2008

Instrucciones para montar en Metro, Tren Ligero o Transmilenio a hora pico.



1. Antes de subirse al vehículo, revise sus bolsillos y no deje nada de valor en ellos. Ponga su cartera (en colombiano billetera) y celular en el fondo de su mochila. A los hombres se les recomienda la creación de un doble bolsillo en sus pantalones.
2. No lleve nada en la mano. Corre el riesgo de que se le caiga y tenga que agacharse dentro del vehículo, lo cuál es una tarea recomendada solamente para expertos y /o suicidas. Ni se le ocurra llevar líquidos calientes, todas las películas que muestran personajes glamurosos bebiendo café de Starbucks en el metro, están escritas por personas que jamás han subido a un metro en hora pico. El café o cualquier otra bebida caliente constituye una grave amenaza a su integridad y a la de los otros. Sea responsable.
3. Al ingresar al vehículo intente abrirse paso hasta el pasillo lejos de las salidas, lugares que tradicionalmente son los más llenos.
4. En caso de lograr el punto 3, anticipe su salida con varias paradas de antelación. Atravesar la compacta masa humana que hay entre usted y la puerta puede llevarle varios minutos, los cuáles parecerán horas, lo dejarán exhausto y si no ha seguido el punto uno, sin celular.
5. Recuerde el lema de los mosqueteros: Todos para uno y uno para todos, o en el caso del transporte público: Todos entre uno y Uno entre todos. Esta frase no necesariamente tiene la connotación sexual que algunos podrían interpretar, pero si usted es una mujer atractiva y lleva escote, probablemente, los pasajeros masculinos invocarán la máxima con su sentido pornográfico.
6. El espacio personal es un lujo desconocido en el transporte público masivo. Respire profundo y olvide las nociones de individualidad, distancia interpersonal y espacio propio.
7. Abrace la idea de fusión; piense en usted diluyéndose entre el universo. Si estas ideas le parecen muy abstractas en el momento, trate de recordar la imagen de un hielo derritiéndose.
8. Si se encontrara cerca de una ventana, ábrala. El resto de los pasajeros se lo agradecerá y probablemente lo ayudarán a abrir paso a la hora de salir.
9. Si usted es una mujer, al utilizar el transporte público, el riesgo de que algunos hombres la manoseen es increíblemente alto y este riesgo se incrementa de manera directa con el número de pasajeros dentro del vehículo. Ante estas situaciones hay varias opciones las cuales dependen del criterio de la víctima y de la gravedad del acto:
a. La más obvia: intente alejarse.
b. Las miradas ayudan: una mirada asesina usualmente es suficiente para que el pervertido se guarde las manos.
c. Realice un fuerte pero disimulado codazo, así usted queda tranquila, su agresor sin aire y no será necesario hacer un alboroto.
d. Haga un alboroto. Grite, llore, llame la atención sobre el pervertido, que nadie quede sin enterarse. El riesgo de esta opción es quedar como una paranoica y que nadie le haga caso. También puede ocurrir que las autoridades se presenten y usted termine pasando un buen rato en la estación del metro alegando con el agresor y llegue tarde a su destino. De cualquier forma, si elige esta opción asegúrese de que a su alrededor haya mujeres, quienes usualmente son solidarias en este tipo de situaciones.
10. En caso de ser claustrofóbico o sufrir una verdadera aberración hacia las multitudes, olvídese de estas instrucciones, ahorre, compre un carro y consulte a su terapeuta de confianza.


viernes, 7 de marzo de 2008

La responsabilidad de la felicidad


Una de las cosas que oí en India y que se ha quedado grabada en mi cerebro y en mi alma, es la idea de que todos los seres humanos tenemos la responsabilidad de ser tan felices como nos sea posible. Y esa noción es algo que me persigue permanentemente, es una noción que busco hacer parte de mi vida. Suena fácil. Pero en realidad no lo es.

¿Qué significa ser feliz? Y, sobre todo, ¿qué significa ser Tan feliz como se pueda? Creo que constantemente confundimos la felicidad con otras cosas: estabilidad, alegría, comodidad, tranquilidad. Y es totalmente válido buscar esas cosas, pero eso no es la felicidad. Hay muchas corrientes filosóficas y religiosas que hablan de la felicidad y las formas de obtenerlas. Yo no pienso entrar en esa discusión porque no me considero preparada para hacerlo.

Sin embargo, tras muchos años de terapia, he empezado a identificar cuándo yo soy realmente feliz. Y creo que eso ya es un adelanto enorme. Además, he aprendido que para ser realmente feliz, muchas veces es necesaria una dosis de tristeza, nostalgia o dolor. Una cosa es la alegría del momento y otra es la felicidad. Yo soy realmente feliz cuando viajo. Ahí, en ese momento, cuando estoy en la mitad de la nada, con mis sandalias rotas, sin saber realmente si estoy yendo por el lado que es, con todas las posibilidades abiertas. Ahí soy feliz. Y soy profundamente feliz, cuando me siento y escribo sobre esos viajes. No importa si es desde un computador viejo y sucio en un café internet caluroso o desde mi maravillosa Lap. Da lo mismo. Contar, relatar y volver a vivir el viaje. Ahí soy feliz. Ahí me siento completa. Siento que soy y que estoy viva. Pero llegar a ese punto, a ese lugar en el camino, no es tan sencillo e implica como ya dije dolor y tristeza. Dolor de dejar a los que quiero, de alejarme de ellos, tristeza y nostalgia por no verlos, pánico por saber los riesgos que tomo al viajar. Pero al final del día… esos dolores, tristezas y nostalgias, son menores. Mi felicidad es más grande. Tras muchos años de terapia, entendí que no tengo porqué sentirme culpable de querer alejarme, de querer irme para poder estar. Y debo reconocer que cuento, con la mejor familia y los mejores amigos, quienes me quieren a pesar de que siempre me estoy yendo. Ahora que lo pienso, en los últimos 5 años o tal vez más, mi vida ha girado en relación a algún viaje. Hoy tan sólo espero, encontrar a algún personaje que sea feliz con lo mismo que yo, de forma que podamos compartir nuestras felicidades y viajar juntos por el mundo.

Pero volvamos a la idea de felicidad. ¿Vale la pena sacrificar momentos de genuina alegría, espacios de tranquilidad, días de estabilidad (financiera, social, emocional) por la búsqueda de la felicidad? ¿Cómo se puede encontrar la felicidad? ¿Es, llegando ya al cliché, un destino o una forma de viajar? ¿Podemos controlar la felicidad?

El hinduismo dice que somos responsables por nuestra felicidad, al igual que de nuestro dolor. Es cierto que no podemos controlar los elementos externos del mundo, pero si podemos controlar la forma en que los asumimos y vivimos. Somos responsables de nuestra propia vida. Y yo creo, que por encima de todas las responsabilidades que tenemos (estudio, trabajo, pareja, familia, etc, etc, etc.) esta uno mismo y en ese sentido, esta la inmensa responsabilidad de buscar ser tan felices como sea posible. Sólo así además, podemos cumplir con sanidad emocional y física, el resto de las inmensas responsabilidades que tenemos.

“It was right then that I started thinking about Thomas Jefferson on the Declaration of Independence and the part about our right to life, liberty, and the pursuit of happiness. And I remember thinking how did he know to put the pursuit part in there? That maybe happiness is something that we can only pursue and maybe we can actually never have it. No matter what. How did he know that?” The persuit of Happyness.

jueves, 6 de marzo de 2008

Polarizaciones que asustan

  • está mamada de Chavez y su combo, de las FARC y de tanta mierda junta....
  • is MUY PREOCUPADO CON LA SITUACIÓN
  • Una nueva marcha solo emite un mensaje confuso a nivel internacional.
  • preocupado porque las cosas en este país se pueden tornar aun peor.
  • Reservas de primera línea hasta 2010, al frente.
  • y que no me vuelva a hablar la persona que participe en la marcha guerrillera del jueves
  • is odiando a nuestras "hermanas" repúblicas.
  • Adelante Presidente.

Estos son algunos de los nick de Messenger y estados de Facebook de algunos amigos míos. Además, están los siguientes grupos en Facebook (los errores de ortografía son originales) :

  • RECHAZO LOS INSULTOS DE CHAVEZ AL PRESIDENTE!
  • Yo tambien estoy feliz por la muerte de Raul Reyes!!!
  • A que podemos encontrar 200.000 personas que apoyamos a Uribe!!
  • 1 millon de Colombianos de bien, exigimos la renuncia de Piedad Cordoba
  • Chavez - Presidente de Colombia? Que PuTXs ChAvEz AfUeRa
  • CHAVEZ NO ELEGIRA NUESTRO PROXIMO PRESIDENTE!!
  • CHAVES: TE REGALAMOS A PIEDAD, PERO VAYANSE MUY LEJOS
  • Odiamos a Piedad Cordoba por antipatriota y vender el pais
  • Estamos con Uribe que se jodan Cavez y Piedad
  • QUE LA VENDIDA DE PIEDAD CORDOBA SE QUEDE EN VENEZUELA, QUE NO VUELVA!!!!!
  • No quiero pagar el sueldo de la VENDEPATRIA de PIEDAD CORDOBA
  • Los q ODIAMOS al PAYASO de CHAVEZ !!!
  • Odio al desadaptado de Chavez y sus estupideces...
  • UNAMONOS PARA QUE CHAVEZ SE LLEVE A VIVIR A LAS FARC A VENEZUELA
  • ODIO EL GOBIERNO DE URIBE Y NO ESTOY DE ACUERDO CON SU RE-ELECCION
  • YO TAMBIEN ODIO LO MANIPULABLES QUE SON QUIENES AMAN A URIBE

Y como estos hay cientos. No pongo cuántas personas hay en cada grupo porque considero que así haya solamente una ya es un problema, además, en todos hay muchas personas.


Y cuál es el problema según mi opinión? La extrema polarización que se vive actualmente en mi país. Este blog no tiene la intención de ser político, ni de hablar de la situación colombiana. Pero en este caso, creo que es un buen espacio para decir lo que pienso. Ayer hablaba con uno de mis mejores amigos, quién me aseguró que está listo para enlistarse al ejército e irse a la guerra contra Venezuela, me dijo que no estaba dispuesto a dejar que Chávez fuera el jefe del estado colombiano. Y adoptó la misma actitud de tantos colombianos. Dejó de oír razones. Está tan enfrascado en su temor que no hay nada que uno pueda decir. Quiero aclarar que NO estoy de acuerdo con la política ni interior ni exterior de Chávez. Tampoco soy uribista. Y por primera vez en muchos años, estoy de acuerdo con las actitudes del presidente Uribe. Pero lo que me aterra, más allá de la espantosa situación regional que se vive, de los problemas, riesgos, amenazas y debates, es lo que percibo desde afuera. Tal vez me equivoco. Pero no lo creo. Y lo que percibo es una polarización y un estado de odio que va más allá de cualquier argumento.


Entiendo las razones. A mí también me dolió profundamente y me dio rabia, que Chávez le hiciera un minuto de silencio a un guerrillero responsable de la muerte, secuestro, tortura y terrorismo de tantos colombianos. Pero eso no justifica una guerra. Una guerra en la que los heridos serían venezolanos que puede que estén o no de acuerdo con su presidente, venezolanos con familias, hijos, trabajos y hobbies. Venezolanos como los colombianos. Una guerra que no solucionaría el conflicto colombiano ni con la guerrilla, ni con los paramilitares, ni con los narcotraficantes.


Tampoco creo que Chávez vaya a ser el presidente de Colombia. Creo que la geopolítica actual es mucho más compleja que eso. Pero yo también tengo miedo. Tengo miedo de en qué va a parar el odio. Cómo lo vamos a resolver. Contra quién. El odio moviliza de formas inadecuadas. Divide. Hoy en mi país hay una marcha, algunos dicen que es en contra de los paramilitares y por las víctimas de éstos y de los crímenes del estado. Otros aseguran que es una marcha guerrillera. El gobierno ha tratado de vender la imagen que quien marche hoy está a favor de las Farc. O lo uno o lo otro. Y resulta que no es tan fácil. La realidad colombiana es sumamente compleja y reducirla a posiciones a favor o en contra no nos va a ayudar a solucionar los problemas. Por el contrario los va a empeorar. Al final del día, el odio nunca ha resuelto un problema.

“I will permit no man to narrow and degrade my soul by making me hate him.” Booker T. Washington

miércoles, 5 de marzo de 2008

Amor a la mexicana


Hay cosas que no entiendo en México. Una de estas son las muestras de afecto. Aquí las parejas son increíblemente cariñosas en público. Y por increíblemente cariñosas me refiero a que en el metro he visto parejas pasar más de 4 estaciones dándose besos sin parar. El otro día en el tren ligero había una pareja en los besos más apasionados que he visto en mi vida… por momentos no se veían las manos, cuando yo me bajé, ella estaba sentada encima de él. No me malentiendan. No tengo una mente cerrada. Creo que por el contrario. Sin embargo, soy de la teoría que cada cosa en su sitio y cada actividad en su lugar. Como me dijo alguna vez una taxista en Bogotá, hay lugares para hacer el amor y lugares para el resto de las cosas (esto por cierto, me lo dijo a mí y a mi novio de la época, luego de que la chocamos por darnos un beso mientras él conducía… conclusión, lección aprendida).


El contacto entre las parejas es increíble. Se besan, se acarician, susurran cosas y yo me pregunto si el metro, la calle, el tren ligero o las salas de estudio de la universidad son el mejor lugar para eso. Y no es que aquí no haya moteles. Por el contrario. Vivo en una zona plagada de estos espacios para el amor. Y sin embargo, las parejas parecen no conocerlos.


Esto lo he comentado varias veces con mis amigos mexicanos quienes se sorprenden ante mis observaciones. Aseguran no notarlo. ¿Será que yo lo noto más por ser extranjera? O ¿será que simplemente la falta de novio me está haciendo un daño irremediable? Lo que más extraño me parece respecto a mis amigos mexicanos, es que aunque no notan este amoroso fenómeno, tampoco les parece extraño, raro o inusual. Incluso tengo un amigo que me ha confesado que ha hecho el plan de darse besos en la calle en más de una ocasión.


Yo sigo sin entender. Y no puedo dejar de preguntarme cómo esta actitud es un reflejo de la sexualidad de los mexicanos. Se besan apasionadamente porque son apasionados en todo momento? Por qué no tienen otro lugar para hacerlo o porque hasta ahí llegan? En un país con una tradición religiosa tan fuerte como este es sorprendente lo abiertos que son a la hora de darse besos en público pero los cerrados que son a la hora de hablar de sexo. Será que se limitan a los besos? O será más bien que lo que yo veo es un mero inicio de lo que sucede más tarde en uno de los tantos moteles que pululan a mi alrededor?


martes, 4 de marzo de 2008

Frustraciones


Cuando tenía 6 años mi mamá me llevó de paseo a las islas del Rosario, cerca de Cartagena. El lugar es absolutamente paradisiaco y cuna de los mejores recuerdos de la infancia y juventud de mi madre. Todo fue maravilloso en el paseo excepto por una cosa: no había agua caliente. Y yo, me negué a bañarme. Durante 15 días mi mamá me trató de convencer de que en el calor de las playas del Atlántico no tiene sentido bañarse con agua caliente. Durante 15 días le dije que no. Creo que si me bañé 3 veces con agua dulce, no fueron más.



Mi aberración por las duchas de agua fría se mantiene. No hasta el punto de pasar 15 días sin bañarme pero si puedo pasar varios días con baño de gato antes de aceptar meterme en una fría regadera. Y a qué viene todo esto? A que hoy es el primer día en que me podré bañar con agua caliente, desayunar café caliente y comer comida caliente, luego de 3 días sin gas. Las razones por las cuáles se acabó el gas antes de tiempo y en medio del fin de semana, seguro corresponden al desubique de tres extranjeros viviendo en el DF y a un juicioso cumplimiento de la Ley de Murphy.



Pero esa no es mi frustración. Mi frustración se debe a que hoy a las 6 y 10 de la mañana, hora en que todavía no había salido el sol completamente, timbraron en mi casa. Yo que tengo un sueño increíblemente pesado debí oír el timbre sólo hasta la 4 o 5 vez. Y para cuando salí a abrir, ya el camión con el valioso gas, se había ido. Volví furiosa, dormida y descalza para contestar una llamada telefónica donde una antipática operaria me informaba que como no le habíamos abierto al señor del gas tendríamos que esperar hasta mañana. Le rogué, imploré, lloré y expliqué que necesitábamos el gas desesperadamente, que yo llevaba 3 días bañándome con agua fría, que mi pelo olía feo, que necesitaba tomar café por las mañanas, etc. Luego le dije que a veces a las 6 de la mañana, la gente está dormida y no oye el timbre. La señorita terminó por ceder a mis ruegos y aseguró que el camión volvería en el término de 2 horas, cosa que efectivamente sucedió. Mi pregunta es, por qué el camión tiene que pasar a las 6 de la mañana? No puede hacerlo cuando haya amanecido al menos? Estas son las cosas que me frustran. Me desesperan y me hacen odiar los servicios mexicanos.



Porque esta no es la primera vez que hay problemas con los servicios públicos. A mi llegada contraté el servicio de internet de Telmex. Pasé dos semanas alegando que no me servía y recibiendo respuestas abstractas y difusas, finalmente enviaron un técnico a mi casa, que cuando llegó a mi puerta, se limitó a preguntarme por qué me habían vendido el servicio si en esta zona de la ciudad ellos no tienen red. Al llamar furiosa a Telmex, me dijeron que no era responsabilidad de ellos saber si aquí había cubrimiento o no (y entonces de quién??). Luego procedieron a informarme que debía ir YO a una de SUS tiendas a devolver el modem que nunca había funcionado o tendría que pagar por el servicio que ellos no prestaban. Una semana más tarde devolví el dichoso aparato, dieron de baja mi servicio y tan solo unos 15 días después llegó la cuota del internet que nunca sirvió en la cuenta del teléfono. De nuevo tuve que ir a la tienda de Telmex donde después de casi media hora de espera, cambiaron el costo de la factura. Ahora tengo miedo que esto vaya a presentarse mes a mes. Me dijeron que no pasaría. Pero ya no les creo.



Esas hasta ahora son mis mayores frustraciones. El resultado de no conocer el sistema, no saber moverme en la ciudad, el tener que deletrear mil veces mi nombre que aquí no existe (L de lágrima, i de iglesia, n de nariz y a de ana… si Lina, así de corto y fácil), responder a las mismas preguntas cien veces y lidiar contra cosas que ni entiendo.



Hay otra frustración. Una más sutil. Pero que a veces también llega a desesperarme. El idioma. Odio que no me entiendan y odio no hacerme entender. Ayer estaba molesta, estoy cansada en una clase donde la cantidad de lecturas es irrisoriamente alta y no hay ningún tipo de análisis o retroalimentación por parte del profesor. Caminaba con unos compañeros quejándome, diciendo que teníamos que hablar con el maestro. Y estaba brava. Y cada expresión de enojo que hice, tuve que explicarla, quitarle connotaciones sexuales que no tienen y acomodarla. Yo no tengo problema pensando en cómo hablo y qué palabras elijo, he logrado erradicar algunos verbos colombianos para no herir susceptibilidades mexicanas y creo que he incorporado algunas palabras a mi léxico diario pero cuando estoy brava, cuando quiero insultar a mi antojo y a mi forma… resulta imposible. Y eso me frustro de sobre manera. Llegará el día en que pueda insultar y dar en el blanco? Hacerlo como toca en México? Hablar y que no me miren como una extraterrestre? Y por esa misma época lograré dejar de pelear contra la compañía de gas, de teléfono y la institución que se niega a entregarme mi visa sin más trámites? (ese es un tema de frustración aún más grande, y por tanto, me niego a seguir pensando en el tema… por lo menos hoy).



sábado, 1 de marzo de 2008

El primero

Rodri insiste en que escriba un blog sobre mi vida en México. Le había evadido el tema hasta que él abrió la cuenta de correo, abrió el blog y no me dejó con más opciones que sentarme a escribir. Así que en esta noche de sábado 1 de marzo inicio. Tal vez no sea la mejor noche… o el mejor momento. Estoy nostálgica, pensativa y con mi mente en mil lugares. Tal vez esas razones hagan de esta la mejor noche.

Cómo es vivir en México? No lo sé. Puedo decir que hasta el momento lo que más disfruto es mi casa. Vivo en medio de un jardín, con pájaros que cantan ruidosamente en las mañanas, lagartijas que se esconden cuando me les acerco, mariposas que vuelan entre las flores y animales que todavía no veo, pero que suenan entre las hojas cuando camino. Las primeras semanas en la casa las pasé sacando a las arañas. No las mato, con todo cuidado las pongo entre un vaso y las saco al jardín. Sólo deje una entre el baño, se esconde en el hueco de una baldosa y a veces sale cuando hago pipí. Le puse Charlotte como la araña del cuento y siento que me hace compañía. Es realmente grandioso vivir aquí, entre tanta naturaleza en esta ciudad que todavía me asusta por su tamaño y que a veces tiende a angustiarme. La contaminación, el ruido, los trancones, la agresividad de la gente cuando conduce, mi miedo permanente a una inseguridad que todavía no he visto, todo lo dejo afuera. Y mi casa, lentamente se convierte en hogar. Paso a paso la he ido decorando y haciéndola mía. Y con cada día, la idea de volver a Colombia me asusta más. No es que no extrañe mi país o mi gente. Por el contrario. Pero siento que allá no tengo futuro. No encajo. Y la vida que se espera que tenga allá, me aterra. Trato de no pensar en lo que viene. Falta mucho me digo cada día.

Hablo de una casa que no es común para el DF. Hablo de mi futuro. No estoy hablando sobre como veo a México. Tal vez no estoy cumpliendo el objetivo de este blog. Hay tanto que me extraña y me sorprende de este país, tanto que me pone nerviosa, tanto que me gusta y tanto que quiero ver. Siento que México es mucho. Es una pobre explicación… lo sé. Pero es que es mucha gente, muchas calles, muchos lugares para ir, mucha historia, muchos momentos, mucho. A veces siento que tal vez es demasiado. Trato de ir conociendo despacio. A mi ritmo. Oyendo a la gente, observándola en el metro, sentándome en los cafés y viendo a mí alrededor.
El otro día, me dijeron que hablo mucho. Siempre lo he hecho. Pero ahora es distinto. Paso tantas horas de mis días en completo silencio, que cuando por fin puedo compartir con alguien… me lanzo sin inhibiciones. Me ha gustado volver a estar conmigo misma, volver a estar en silencio por largas horas. Tomar té y pensar. Leer. Pero a veces… a veces extraño hablar con otras personas, extraño la calidez humana. Extraño el contacto físico. Extraño que me abracen y ser abrazada. Sentir al otro. Sentirlo cerca. Anoche recibí un abrazo y fue grandioso. Baile. Estuve cerca de otras personas. Me reí. Y fue fantástico. Y empecé a sentir que todo es real. Mi soledad, mis silencios, mis conversaciones, mis horas cocinando, estudiando, arreglando la casa, caminando por calles cuyos nombres no puedo pronunciar, los amigos que he hecho, la música, la risa con los otros, las conversaciones de un minuto y las que no se acaban, todo. Empieza a ser real. Y eso… eso me hizo feliz. Y hoy, después de estas sensaciones, me quedé el día completo en mi casa. Sin salir. Sin huir. Cómoda. Sintiéndome en mí casa. En este nuevo país, en este nuevo mundo, me sentí en casa. Y sonreí.

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