Rodri insiste en que escriba un blog sobre mi vida en México. Le había evadido el tema hasta que él abrió la cuenta de correo, abrió el blog y no me dejó con más opciones que sentarme a escribir. Así que en esta noche de sábado 1 de marzo inicio. Tal vez no sea la mejor noche… o el mejor momento. Estoy nostálgica, pensativa y con mi mente en mil lugares. Tal vez esas razones hagan de esta la mejor noche.
Cómo es vivir en México? No lo sé. Puedo decir que hasta el momento lo que más disfruto es mi casa. Vivo en medio de un jardín, con pájaros que cantan ruidosamente en las mañanas, lagartijas que se esconden cuando me les acerco, mariposas que vuelan entre las flores y animales que todavía no veo, pero que suenan entre las hojas cuando camino. Las primeras semanas en la casa las pasé sacando a las arañas. No las mato, con todo cuidado las pongo entre un vaso y las saco al jardín. Sólo deje una entre el baño, se esconde en el hueco de una baldosa y a veces sale cuando hago pipí. Le puse Charlotte como la araña del cuento y siento que me hace compañía. Es realmente grandioso vivir aquí, entre tanta naturaleza en esta ciudad que todavía me asusta por su tamaño y que a veces tiende a angustiarme. La contaminación, el ruido, los trancones, la agresividad de la gente cuando conduce, mi miedo permanente a una inseguridad que todavía no he visto, todo lo dejo afuera. Y mi casa, lentamente se convierte en hogar. Paso a paso la he ido decorando y haciéndola mía. Y con cada día, la idea de volver a Colombia me asusta más. No es que no extrañe mi país o mi gente. Por el contrario. Pero siento que allá no tengo futuro. No encajo. Y la vida que se espera que tenga allá, me aterra. Trato de no pensar en lo que viene. Falta mucho me digo cada día.
Hablo de una casa que no es común para el DF. Hablo de mi futuro. No estoy hablando sobre como veo a México. Tal vez no estoy cumpliendo el objetivo de este blog. Hay tanto que me extraña y me sorprende de este país, tanto que me pone nerviosa, tanto que me gusta y tanto que quiero ver. Siento que México es mucho. Es una pobre explicación… lo sé. Pero es que es mucha gente, muchas calles, muchos lugares para ir, mucha historia, muchos momentos, mucho. A veces siento que tal vez es demasiado. Trato de ir conociendo despacio. A mi ritmo. Oyendo a la gente, observándola en el metro, sentándome en los cafés y viendo a mí alrededor.
El otro día, me dijeron que hablo mucho. Siempre lo he hecho. Pero ahora es distinto. Paso tantas horas de mis días en completo silencio, que cuando por fin puedo compartir con alguien… me lanzo sin inhibiciones. Me ha gustado volver a estar conmigo misma, volver a estar en silencio por largas horas. Tomar té y pensar. Leer. Pero a veces… a veces extraño hablar con otras personas, extraño la calidez humana. Extraño el contacto físico. Extraño que me abracen y ser abrazada. Sentir al otro. Sentirlo cerca. Anoche recibí un abrazo y fue grandioso. Baile. Estuve cerca de otras personas. Me reí. Y fue fantástico. Y empecé a sentir que todo es real. Mi soledad, mis silencios, mis conversaciones, mis horas cocinando, estudiando, arreglando la casa, caminando por calles cuyos nombres no puedo pronunciar, los amigos que he hecho, la música, la risa con los otros, las conversaciones de un minuto y las que no se acaban, todo. Empieza a ser real. Y eso… eso me hizo feliz. Y hoy, después de estas sensaciones, me quedé el día completo en mi casa. Sin salir. Sin huir. Cómoda. Sintiéndome en mí casa. En este nuevo país, en este nuevo mundo, me sentí en casa. Y sonreí.
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2 comentarios:
El primero!!!
Saludos mujer, se que soy un bloguero presionador, pero me da gusto que hayas decidido escribir algo.
La verdad es que yo quisiera salir del país y escribir un blog sobre mi vida, mis impresiones y demás experiencias en un país diferente. Todo extranjero tiene una noción diferente y un chip de cómo procesar la realidad que percibe. En el caso tuyo estoy consciente que ese chip tiene más que ver con la forma de hablar que con la forma de percibir la realidad. No en vano, como diría un mitico guerrillero, somos una Nación desde México hasta el estrecho de Magallanes y eso nos une.
Ha sido un placer conocerte y aprender tantas cosas del mundo que yo no he podido ver todavía. Espero también contribuir en esta experiencia que es México y que el recuerdo que tengas de estos paisajes evoquen recuerdos memorables e indelebles que perduren en el tiempo.
Gracias por los buenos ratos que hemos compartido, el del viernes el último y gracias de nueva cuenta por asistir a mi festejo.
La he pasado irrealmente bien. Un beso y un abrazo. Seguimos aquí, para vos, en México.
Gracias... gracias y gracias...
por ti he conocido lo mejor de México. No sabes cuánto valoro la oportunidad de conocer este país contigo de mi lado.
Te has convertido en un gran guía y diccionario para mis días en esta ciudad...
una vez más, lo siento por todas las vueltas del viernes... pero creo que al final valieron la pena... no?
son muchos ratos, muchos recuerdos... gracias.
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